Por Robby Eversole Jr., traducido con permiso por Marlon Retana.
El artículo original, en inglés, se encuentra en este enlace.
El libro de Ester es uno de los cinco libros que se disputan como canónicos. Por “canónico”, me refiero a la literatura que se reconoce como la palabra inspirada de Dios, “perteneciente en serie”. El término académico es “antilegomena”. Se disputa como canónico porque el nombre de Dios no se menciona. Entendemos la naturaleza providencial de la obra de Dios en el libro en relación con Amán, Mardoqueo, Ester y el rey Asuero (Jerjes- Daniel 11:2). Dios vio un problema o un asunto en el camino y anticipó / y anuló la situación a través de Su poder providencial. Eso es lo que les presento como telón de fondo o contexto de “mi historia”. “Mi historia” es mucho más acerca de Dios y Su iglesia que sobre mí.
Quiero decirlo desde el principio, pero solo hay una manera que conozco para presentarme a ustedes … Permítanme escribir con franqueza. Las palabras que uso cuando hablo de mí mismo son como las de un personaje de una historia, una historia real, que realmente trata sobre el increíble poder de Dios y una institución inigualable: Su iglesia.
Crecí como una buena parte de los lectores. Fui criado en la iglesia del Señor. Fui criado en la crianza y amonestación del Señor. Mis padres sentaron una gran base a partir de la cual construir una vida. Participé en “Lads to Leaders” dando discursos y dirigiendo cantos. Participe en el programa de títeres que tomaba horas de devoción durante todo el año. Me destaqué en los deportes: fútbol, lucha libre, lanzamiento de bala, disco y jabalina. Fui votado como el más talentoso de mi clase. Pero debido a mis decisiones terminé siendo un criminal adicto a las drogas, un delincuente. Terminé destrozando mi futuro, desperdiciando oportunidades y necesitando buscar ayuda profesional para aprender a vivir la vida separado de las drogas que me tuvieron atado durante tanto tiempo.
Verás, pensé durante mucho tiempo que sería diferente. Pensé durante tanto tiempo que podía ir de fiesta los fines de semana, fumar marihuana, beber alcohol, fornicar y no enfrentaría las mismas consecuencias que otros enfrentaron. Fue realmente el pináculo del orgullo para mí pensar que era mucho más diferente, más inteligente, más fuerte, equipado para manejar el vivir una doble vida. A medida que crecía, dejé de vivir una doble vida y dejé la iglesia. Me alejé de mi familia en gran medida. Me propuse conquistar el mundo por mi cuenta y disfrutar los deleites temporales del pecado. Ese “temporal” se convirtió en una gran parte de mi vida.
Verás, llegó un momento en que el diablo terminó de dejarme ir con la carnada. Durante un tiempo tuve el control, durante un tiempo estuve decidiendo cuándo festejaría y consumiría las drogas y cuánto consumiría, hasta que fui yo quien fue consumido. Tuve el control hasta que ya no lo tuve. ¡Realmente sucedió así! Los momentos de diversión se convirtieron en rutinas obligatorias para mantenerme feliz. Me era obligatorio mantenerme en lo “alto”. Esto significaba que tenía que mantenerme continuamente alejado de quienes me amaban e involucrarme cada vez más en la actividad criminal. Comencé a vender drogas, a proveer protección a mis proveedores y a cobrar fondos morosos. Esto me puso en un estilo de vida de muy alto riesgo, que era realmente un estilo de muerte.
Quiero que entiendas que no fui criado para hacer estas cosas. Sabía que estaban mal, pero me permití continuar hasta el punto de que ya no me afectaba. La Biblia llama a eso tener “cauterizada la conciencia” (1 Timoteo 4: 2).
Mi madre me había rogado con lágrimas que buscara ayuda. Ella me suplicó que fuera a rehabilitación, preferiría pagar el tratamiento que pagar mi funeral. Iba a ser uno o el otro. Finalmente me dijo que saliera de su vida, me dijo: “No sé quién eres”. No volvimos a hablar. La traté terriblemente. Mi hermana me rogó que me enderezara. Había estado entrando y saliendo de la cárcel, arrestado por cosas insignificantes y estúpidas, pero esas se suman al suceder de 12 a 15 veces. Ella dijo: “Dios te está susurrando que dejes de hacer lo que estás haciendo, no lo hagas gritar”. Mi papá oraba constantemente para que Dios hiciera algo para ponerme de rodillas y hacerme mirar hacia Él nuevamente.
El 21 de marzo de 2016, fui a la casa de un hombre al que debía una visita. Tenía que saldar una deuda. Yo era conocido por hacer eso. Había planeado noquearlo y cortarle dos dedos, uno en cada mano usando una tijera corta pernos. Tenía conmigo un bate de beisbol y la tijera. Tras patear su puerta los disparos atravesaron el aire nocturno.
Hasta ese momento había estado harto de la vida. Había intentado por mi cuenta alejarme de las drogas y la vida, pero sus garras estaban demasiado clavadas en mí. Estaba sufriendo de depresión, psicosis, y enfrentando dos grandes cargos de drogas con armas de fuego, enfrentando más de 30 años de prisión en este punto. Cansado de la vida y sin ver salida, tenía tantas ganas de morir. Quería que el ciclo terminara. Había llorado y mucho, con una pistola en la boca, sin agallas para arreglar mi vida y sin agallas para terminarla. Deseaba tanto morir hasta que me enfrenté a la muerte.
Supe en ese momento cuando fui herido que, si moría, estaba eternamente perdido. Lo que mi padre oraba había llegado a buen término. Miré hacia el cielo y en mi mente, sin palabras audibles, le supliqué a Dios: “No así, no ahora. Por favor…” Salí corriendo del porche y caí en la carretera. Reuní la fuerza suficiente para llegar a mi camioneta y algunas personas que estaban conmigo nos dejaron a mi vehículo y a mí en una estación de bomberos en la carretera, en la comunidad de Waterville en Dalton Pike en Cleveland, Tennessee.
Me estaba muriendo. Recuerdo muchos de los detalles a medida que entraba y salía de estar consciente hasta que se volvió completamente negro y silencioso. Me desperté tres días después con un ventilador en Chattanooga, Tennessee, en la UCI de trauma en Erlanger.
Mi familia fue notificada al día siguiente de que yo estaba allí y probablemente no lo lograría. Los cirujanos trabajaron en mí durante 14.5 horas solo para detener el sangrado y reparar la aorta en mi abdomen que fue volada completamente en dos por una bala. Más tarde tendrían que hacer una resección intestinal para volver a unir mis intestinos donde una bala los había cortado completamente en dos lugares. A mi familia le dijeron que, si sobrevivía la noche, estaría allí por meses debido a múltiples cirugías. El cirujano dijo que mis heridas eran horribles.
No tenían una explicación médica de por qué sobreviví para llegar al hospital en primer lugar. Una aorta cortada y una víctima de múltiples disparos es un caso cerrado. Los limpias y envías a la morgue. Ese debería haber sido mi fin desde un punto de vista médico. Simplemente no vives desde Cleveland hasta Chattanooga con una aorta cortada y sin sangre en tu sistema, el cuerpo muere en estado de shock.
Sé por qué sobreviví, Dios me permitió vivir. Dios, al igual que en el relato de Ester, anuló el problema a través de Su providencia. Me puso de rodillas como papá había orado, y me hizo mirar hacia arriba de nuevo, mental, emocional, y ahora físicamente roto. Mi vida se hizo añicos y años de prisión pendían sobre mi cabeza. Eso es lo que las drogas me hicieron, pero eso es lo que Dios usó para traerme de vuelta. Sólo Dios puede hacer eso.
Nunca olvidaré a papá haciéndome una pregunta que cambiaría mi vida para siempre. Me habían puesto en una habitación normal y me desperté de un período de descanso, y él dijo: “Quiero una respuesta a esta pregunta, no de inmediato, pero pronto. Necesito saber. Necesitas ayuda, hijo, y quiero ayudarte. Pero si no quieres la ayuda, no quiero perder mi tiempo”. Fue una súplica y una pregunta honestas. Acepte la ayuda. Hizo una llamada telefónica y un predicador amigo suyo, Jake Sutton, le dio la información que necesitaba para ponerse en contacto con un programa de rehabilitación operado por la iglesia de Cristo y financiado únicamente por la iglesia. Se llama “Project Rescue”. Ronnie Crocker es el director del programa, y Jason Cagle, el gerente del programa. Decidieron darme una oportunidad y fui aceptado. El 12 de abril de 2016, me llevaron a rehabilitación y comencé un viaje hacia la recuperación. Estuve en el programa durante 18 meses. Rehabilitación intensa e intrahospitalaria. Todavía tenía fechas en la corte sobre los dos grandes casos que tenía, luego habiendo agregado un tercer caso al haber invadido la casa donde me dispararon. Ahora, me enfrento a 62 años más o menos.
Salí de rehabilitación el 12 de octubre de 2017 y terminé declarándome culpable de los cargos restantes en mayo de 2018. Digo restantes porque el estado retiró los cargos de invasión de casa porque el hombre que me disparó no presentó cargos, así que lo llevaron a la cárcel. Leyeron todos los cargos hasta que finalmente enfrenté de 16 a 24 años. El juez me sentenció al Departamento de Correcciones de Tennessee por 20 años. Pero relegó mi sentencia a “correcciones comunitarias”. Es así como estoy recibiendo crédito día por día en esa sentencia de 20 años en este momento, y mientras estoy cumpliendo esa sentencia, también puedo servir a Dios y a Su pueblo aquí, en la sociedad. Es realmente extraordinario.
Quiero hacer una pausa aquí mismo y hacer algunas aplicaciones, que se pueden aprender de mi vida. Mi vida solo se explica porque nuestro Dios es más grande que cualquier bala, cualquier sistema judicial, y no hay nada que Él no pueda hacer (Jeremías 32:17).
(1) Siegas lo que siembras (Gálatas 6:7-8)
Las elecciones tienen consecuencias. Charles Box dijo una vez: “Al elegir el comportamiento, eliges la consecuencia”. Tiene toda la razón. Me arrepentí de mis pecados, lamento mucho la vida que viví y los crímenes que cometí. Dios me ha perdonado esas cosas, y la iglesia también, pero todavía tengo una gran deuda con la sociedad y Dios no elimina ese castigo. Él elimina la culpa eterna, pero yo pago el precio de mi comportamiento pasado. Qué ignorante y orgulloso era de mi parte pensar que podía burlarme de Dios, y sembrar viento y no segar torbellino (Oseas 8:7). Y si eliges actuar irresponsablemente, si eliges hacer como yo hice y dejar a tu familia, a tu Dios y a Su iglesia e irte afuera, este mundo te masticará y te escupirá como lo hizo conmigo. Este mundo tomó al perfecto Hijo de Dios y lo asesinó, ¿qué crees que está dispuesto a hacerte a ti?
(2) La vida es frágil (Santiago 4:14; Salmo 103:14; Gálatas 6:1)
A menudo olvidamos lo frágil que es el cuerpo humano. Qué delicados son nuestros cerebros y están sujetos a grandes repercusiones debido a los productos químicos y al abuso. Dios conoce nuestra condición (Salmo 103:14) – haríamos bien en recordarlo también, y proteger nuestros cuerpos y mentes de la muerte indebida. Debemos recordar que podemos ser sorprendidos en una falta, traídos bajo el poder de, enredarnos en, el pecado, ¡qué desastre! La vida es frágil.
(3) El camino del transgresor es duro (Proverbios 13:15)
No tengo tiempo para revelarles todas las dificultades que mis decisiones me impusieron a mí y a mi familia. La carga financiera de la rehabilitación, la batalla judicial durante dos años, los honorarios de abogados, las multas judiciales, el servicio comunitario, el arresto domiciliario, estar bajo supervisión hasta 2038. El camino del transgresor es duro. ¡No es una vida feliz!
(4) ¡La Iglesia es lo mejor que este mundo tiene para ofrecer! (Gálatas 6:1-10; Efesios 3:20-21)
Solo la Iglesia te amará lo suficiente como para llevarte de regreso a la seguridad. Sólo la Iglesia se preocupa por llevar las cargas de los demás. Sólo la Iglesia se trata sobre hacer bien a todos los hombres.
La Iglesia es la institución más poderosa que jamás haya existido. ¡Nunca des por sentada la iglesia, mucho menos la descartes!
(5) Nuestras vidas afectan a nuestras familias, ¡no solo a nosotros mismos! (Proverbios 10:1)
“El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre”.
Quiero compartir con ustedes una publicación que mi padre había escrito mientras esperaba en el hospital, conmigo …
“Sentado aquí en la UCI de trauma con mi hijo mientras duerme preguntándose cómo las cosas salieron tan mal en su vida. Un niño que creció en la iglesia del Señor. Participó en Lads to Leaders durante años. Fue un excelente orador y director de cantos. Y ahora todo esto. Satanás es poderoso y el pecado es divertido. Si no fuese así, entonces, muchos no servirían a ambos. Es fácil perder el enfoque en nuestro propósito principal de ser buenos administradores de nuestras almas. No sé lo que le espera. Esperemos que pueda aprender de esto y hacer que el resto de su vida cuente para algo. Mi corazón se rompe por las posibilidades perdidas para él. Las decisiones son una parte tan importante de nuestras vidas. Lo que persigamos aquí determinará a dónde vamos más allá. Él ha hecho su parte con respecto a malas decisiones. ¡Yo también! Por el momento sigue vivo y eso es todo lo que me importa. No importa lo que haya hecho, todavía lo amo tan profundamente como siempre. El amor no significa que yo esté de acuerdo con sus decisiones, pero tampoco su pecado significa que debo dejar de amarlo. Él siempre será mi hijo y tendrá su lugar especial en mi corazón. Estoy seguro de que muchos ofrecerán juicio y pasarán de largo.
En cuanto a mí, planeo nunca rendirme a tratar de salvar su alma. Lo bauticé cuando era joven. Él no puede hablar en este momento, pero me dio un pulgar hacia arriba para pedirle perdón a Dios antes de orar anoche. Por ahora, me aferraré a eso. Mientras me siento aquí escuchando los gorgoteos del equipo y veo su pecho subir y bajar por la máquina que respira por él, me pesa el corazón por lo que podría haber pasado. Si sus hijos todavía están en casa y bajo su cuidado, disciplínelos. Instrúyalos en los caminos del Señor. Enséñeles acerca de las decisiones y las consecuencias. Oren por ellos y ámenlos siempre. Solo tenemos una oportunidad de criarlos. Enfatice lo espiritual sobre lo temporal. Luche contra el diablo a cada paso. Mi oración es para que se haga la voluntad de Dios. Cualquier cosa que Dios considere necesaria para la salvación de su alma, esa es mi ferviente oración. El cielo oye y el cielo se preocupa, en esto encuentro consuelo”.
Puedo escuchar el dolor en la voz de mi padre mientras escribía eso, orando fervientemente a Dios que, si eso significaba que debía morir entonces, siempre y cuando fuera al cielo, eso es todo lo que importaba. Si nunca llegara a verme hasta la eternidad, él no quería que su hijo muriera perdido. Ese es el dolor por el que sometí a mi familia.
Puedo escuchar los gritos de mi hermana, cuando regresó del baño mientras me encontraba en cirugía y esperaban noticias de mí, y que, al ver a mi papá sollozando, ella gritaba “¡NO! ¡NO! Dime que él no …” y papá diciéndole que no, que solo tenía que llorar, y ella pensando que nunca me volvería a ver. La tortura absoluta a la que sometí a mi familia.
Solo puedo imaginar el dolor de mi madre preguntándose si alguna vez podría decirme algo diferente a las últimas palabras dichas por ella: “SAL DE MI VIDA”. ¿Te imaginas la angustia? Eso es lo que las drogas nos hicieron a mí y a mi familia, ¡eso es exactamente lo que te harán a ti también!
(6) Ahora mismo, es el mejor momento para comprometerse con Dios (Eclesiastés 12:1, 13-14)
El hombre más sabio que jamás haya vivido dijo: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento”.
Salomón, también escribió: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala”.
La mejor decisión que puedes tomar es entregar tu vida a Jesús y vivirla para Él el resto de tus días. PUEDES hacer eso. Si crees en Él (Juan 3:16), y dejas que tu fe te motive a arrepentirte de tus pecados pasados (Hechos 17:30-31), confesar Su bendito nombre (Romanos 10:9-10) y unirte a Cristo en el bautismo para el perdón de tus pecados (Hechos 2:38) … Puedes ser un hijo del Rey, un heredero de las promesas (Gálatas 3:26-29), y victorioso sobre cualquier cosa que este mundo te arroje (1 Juan 5:4). Nunca te arrepentirás de hacer lo correcto.
Que Dios te bendiga ricamente, y si alguna vez puedo ser de ayuda, por favor, permíteme el honor de ayudar.