El Cristianismo más que una creencia es un cambio de vida. A menos que no nos dediquemos a hacer lo que Dios nos mandó hacer, no dejaremos una vida rodeada de posesiones terrenales y tentaciones para vivir una vida piadosa y agradable a Dios.
Nadie dice que esta vida será fácil. Hay algunos en este mundo que parecen ser la gente más feliz de la tierra, pero sus posesiones y poder no les concederán la verdadera felicidad. A menudo leemos en las noticias y medios de comunicación social sobre actores famosos, cantantes, políticos, que sucumben a las drogas y la depresión, y que, erróneamente, ponen fin a esas cosas poniendo fin a sus vidas en lugar de dejar de hacer lo que está mal. El apóstol Pablo escribió:
«No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece»
Filipenses 4:11-13
La mayoría de la gente en este mundo ha leído y escuchado la última frase del pasaje anterior. Muchos la ponen en las ventanas de sus automóviles como lema de vida. Otros la utilizan en sus prendas deportivas, como parte de su marca. El apóstol Pablo, inspirado por Dios, no está diciendo a los hermanos en Filipos que él es capaz de hacer todo en este mundo porque Cristo le da poder para hacerlo. Algunos pueden ir más lejos y realmente creen que si soy capaz de escalar el monte Everest es porque Cristo me animó y me dio la fuerza para hacerlo. Ese no es el punto que las Escrituras enseñan.
Pablo, siendo conocido como Saulo, era un hombre que tenía mucho poder entre los hombres debido a su posición con los fariseos, y su preparación secular y religiosa. En esta misma carta, él se describió a sí mismo como un hebreo de los hebreos, en cuanto a la ley, un fariseo (Filipenses 3:5). En el versículo siguiente, confiesa que persiguió a la iglesia, basado en sus antecedentes y creencias, pero la poderosa declaración que hizo a los filipenses es cuando escribió: «cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo» (Filipenses 3:7).
Cuando obedeció a Cristo, sabía que, mientras tenía una buena vida antes, no era nada comparado con la bendición de vivir y morir por Cristo, de ser siervo de nuestro Señor. Es el mismo hombre que escribió,
«Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí»
Gálatas 2:20.
Querido lector, Pablo sabía lo que había perdido, pero también sabía lo que ganaba. Aprendió a vivir en riquezas y a vivir en necesidad. Aprendió todo eso porque comprendió que Cristo es todo lo que necesitamos para vivir una vida satisfactoria. Nuestro Señor y Salvador dijo:
»No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas»
Mateo 6:31-33.
Nuestro Señor también dijo que Él es el camino, la verdad y la vida (Juan 14: 6). ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a contentarnos con la vida que vivimos? Concentrémonos más en hacer Su voluntad que en nuestra voluntad, y glorificar a Dios en todo lo que hacemos. Pablo nos dio una clave para lograr esto, como se la dio a los Filipenses, “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4).
¡Dios te bendiga!