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¿Ofrece La Biblia Esperanza Para La Depresión?

Por Bob Prichard, traducido con permiso por Marlon Retana.
El artículo original, en inglés, se encuentra en este enlace.


Nota: Este artículo considera el lado espiritual de un tema serio. Tenga en cuenta que la depresión a veces requiere intervención médica.

La depresión es quizás el problema emocional más común que enfrentamos hoy en día. Los expertos sugieren que uno de cada cinco estadounidenses experimenta depresión severa en algún momento de su vida, y la depresión puede ser el problema de salud más común para las mujeres. Los síntomas de la depresión incluyen apatía, insomnio, dificultad para concentrarse y una pérdida general de interés en la vida. Las personas severamente deprimidas pueden volverse suicidas, violentas o completamente retraídas. La depresión siempre ha sido un problema para la humanidad. Personajes bíblicos como el rey Saúl, el profeta Elías, Job y otros sufrieron depresión.

Las fuentes de la depresión pueden ser físicas, psicológicas o espirituales. La fatiga, los desequilibrios químicos y otros problemas físicos pueden causarlo. Después de derrotar a los profetas de Baal en el Monte Carmelo, Elías estaba físicamente exhausto. Cuando Jezabel amenazó su vida, él huyó al desierto y estaba listo para morir. El ángel del Señor lo consoló y lo fortaleció con alimento, diciéndole: “Levántate y come, porque largo camino te resta” (1 Reyes 19:7). Sin embargo, todavía se sentía abrumado y solo. Él dijo: “He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida” (1 Reyes 19:10). Luego volvió a decir, “sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida” (1 Reyes 19:14). El Señor lo animó haciéndole saber que aún quedaban siete mil fieles en Israel y le envió a Eliseo para que lo ayudara.

La pérdida es una causa psicológica común de la depresión. Job perdió sus posesiones, su familia, su salud e incluso su reputación. Él clamó: “Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y me ha acontecido lo que yo temía. No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; No obstante, me vino turbación” (Job 3:25–26). Más tarde supo que Dios continuaba controlando el universo: “Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti” (42:2). Las esperanzas y los sueños incumplidos y los sentimientos de inutilidad o impotencia provocados por el estrés también causan depresión. Estos sentimientos a menudo vienen porque uno ha perdido la perspectiva adecuada. Las decepciones pueden ser oportunidades disfrazadas, tiempos para reorganizar las prioridades, alineándolas con la voluntad de Dios. Podemos superar los sentimientos de impotencia e inutilidad al comprender que Dios todavía tiene el control. Él demostró Su amor hacia nosotros en la cruz (Romanos 5:8).

El pecado tiene consecuencias espirituales, que a menudo incluyen depresión. Obedecer a Dios es la clave. “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor” (Juan 15:10). Dios no tiene la intención de que estemos deprimidos, y está deseoso de perdonar y consolar.

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