Aunque por lo general escribo para toda la humanidad, quiero dirigir este artículo a los miembros de la iglesia del Señor. Sí, amados hermanos y hermanas en Cristo, esto es para nosotros.
Detente y piensa por un momento, ¿cuánto daño hacen los chismes a la iglesia? Una definición simple que encontré de chisme dice así, “rumor o informe de naturaleza íntima”. Ahora leamos una definición de íntimo, “Dicho de un amigo: Muy querido y de gran confianza.” ¿Cuántas amistades cristianas, queridas y de gran confianza, se han roto debido a un “simple” chisme? ¿Cuántas reputaciones se han visto afectadas por esa cosita que “escuchamos” sobre el hermano X?
Leamos, juntos, esta porción de las Escrituras, palabras que salieron de la boca de Jesús,
“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”
Mateo 18:15-17, RVR1960.
¿Cuántos problemas en nuestras congregaciones se resolverían si la hermana A, en lugar de ir a todos los miembros y hacerles saber lo ofendida que está por la hermana B y lo que hizo, simplemente va a donde la hermana B y habla con ella sobre lo que ella considera que es una falta de su parte?
Las palabras de nuestro Señor son muy simples de entender, pero haré todo lo posible para que sean más fáciles de entender con este ejemplo. Vienes a mí para contarme algo que el hermano X está haciendo. Antes de que me digas más, te detengo y te pregunto: “¿Hablaste con él sobre esto antes de hablar con alguien más al respecto?” Si tu respuesta es sí, entonces te preguntaré: “¿Por qué vienes a contármelo en lugar de invitarme a mí y/o a alguien más a ir a hablar con ambas partes y conocer ambas versiones de la historia?” Puede ser que sea sólo un malentendido de tu parte, y un problema que se puede resolver fácilmente. Ahora, si tienes razón, si el hermano X está haciendo algo mal, si ya hablaste con él al respecto y él no se arrepiente ni se disculpa, si fuiste con uno o más testigos que no sabían nada sobre el tema antes de reunirse con él y él no se arrepiente ni se disculpa, entonces, es el momento de empezar a chismear con toda la congregación, ¿verdad? No, eso no es lo que el Señor dice, lo que Él dijo es “dilo a la iglesia”. No, no vamos a cada miembro de la congregación, por separado, y les hacemos saber lo que sucedió. Vamos a los ancianos o líderes de la congregación, para hacer público este anuncio, a toda la congregación, mientras que el hermano X está presente, ¿por qué? Porque buscamos su arrepentimiento basado en la preocupación y el amor que toda la congregación tiene hacia él. Esa es la forma de hacer esto, no chismear para que el hermano X se entere, generalmente demasiado tarde, sobre algo que podría arreglarse antes si el ofendido llegaba a hablar con él primero. Si es culpable de todos los cargos, y se sigue todo este proceso, entonces, lamentablemente, es cuando debemos dejarlo ir como un gentil, no antes. En ningún lugar nuestro Señor nos autoriza a chismear o murmurar sobre esto.
Muchos de nosotros sabemos que el Antiguo Testamento fue escrito para nuestra enseñanza, para nuestra amonestación, y cómo las cosas que se registran allí nos sirven como ejemplos de cosas que hacer y no hacer. Uno de los pasajes que afirman esto es 1 Corintios 10:11, pero quiero que leamos el versículo antes de este, “Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor” (1 Corintios 10:10).
Amado hermano, amada hermana, te amo, y espero que también me ames. No quiero que seas destruido, ni yo quiero ser destruido. No murmuremos, ni chismeemos. Tratemos de vivir en paz, y pongámonos en contacto y hablemos primero con un hermano o hermana que nos ofendió, antes de ir a alguien más. Detengamos esta cadena de chismes que ha lastimado tanto a la iglesia de nuestro Señor.
¿Hablarás conmigo, en privado, si alguna vez te ofendo? Espero que lo hagas, y te escucharé, y agradeceré por venir a mí antes de ir a cualquier otra persona. Si ya te ofendí, y aún no hemos hablado, por favor, házmelo saber, me encantará estar en paz contigo. Seamos los Cristianos que Dios quiere y espera que seamos. A Él sea toda gloria.
Dios te bendiga y a tu familia ricamente hoy y siempre.