En un mundo en que la violencia ha tomado tanta fortaleza al punto que algunos consideran que un bebé en el vientre de su madre no es más que algo que debe eliminarse, es de importancia comprender como quienes tienen ese pensamiento, no están en el lugar de esos bebés, de hecho, deberían dar gracias que sus padres no pensaron como ellos cuando ellos estuvieron en esa situación. De acuerdo con el sitio web worldometers.info, al momento de redactar este artículo, la población mundial es de 7,867,477,586 (ese es un gran número). Si estás leyendo esto, significa que eres parte de ese gran número, eres importante, eres valioso.
¿Qué tan valioso eres para Dios? La respuesta quizás ya la sepas, pero nunca está de mas el repetirla. El amado discípulo, Juan, siendo inspirado por el Espíritu Santo escribió,
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”
Juan 3:16.
Es el mismo escritor que también escribió, “… Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo [énfasis añadido, MR]” (1 Juan 2:1-2).
Sé que, en ocasiones, puede ser que dudes que tan valioso eres en este mundo, y es que es fácil desmotivarse al ver como el mundo se mueve, las injusticias que se dan, el que siendo quizás la persona mejor preparada para un puesto de trabajo eres ignorada para esa posición por algún favoritismo, o al ver a un conductor irresponsable que casi te choca porque él o ella tienen apuro (como si los demás conductores en el embotellamiento están allí porque disfrutan de la situación), o que, en momentos de incertidumbre, duda, o temor, buscas apoyo en tu familia en la fe, y quizás, tristemente, no están allí para ti. Solamente quiero que recuerdes esto, no somos Dios, todos cometemos errores, y en ocasiones, quizás no nos demos cuenta del efecto que causamos en otros. Una simple palabra o acción puede ser de gran peso en la decisión más importante que alguien más tome en ese momento. No, no me estoy excusando, o excusando a alguien más, simplemente deseo que comprendas que, para Dios, siempre eres importante, siempre eres valioso.
Millones de personas caminan por este mundo, algunos quizás no despierten el día de mañana, otros quizás no despierten en un par de minutos, pero TÚ, estás vivo, estás leyendo esto, y lo haces porque Dios te ama y te ha brindado la oportunidad y tiempo de leer este breve mensaje. Él envió lo más preciado, a ese Hijo del que dijo “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17), no para que se paseara por este mundo, como el Príncipe que es, sino como un humilde siervo, para enseñar al mundo lo que es requerido hacer en sumisión al Padre, habiendo sido obediente hasta esa dolorosa muerte en la cruz (Filipenses 2:5-8). Él lo hizo por ti, por lo valioso que eres para Él, por el amor que tiene para contigo, y así también para con toda la humanidad, sin embargo, no toda la humanidad lo sabe, y si lo sabe, una gran parte de ella prefiere ignorar y rechazar tan hermoso gesto hecho por nuestro Creador y Su Hijo.
Dios te ama, te valora, y ciertamente no desea que te pierdas o perezcas eternamente (2 Pedro 3:9). Él desea que seas salvo y vengas al conocimiento de la verdad, la cual es Su palabra (1 Timoteo 2:4, Juan 17:17). Si ya lo has hecho, Él no desea que te apartes ni de Él ni de Su palabra, ya que, de hacerlo, es el mayor error que cometerás en tu vida (2 Pedro 2:20-22).
Creer en Cristo Jesús no es simplemente decirlo, sino vivir de acuerdo con lo que Él ha comandado. Los demonios creen en Dios, mas no se someten a Él y, por ende, tiemblan al saber su triste destino (Santiago 2:19). Jesús dijo, “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). En simples palabras, no basta con decir que le amamos y que es nuestro Señor, sino que debemos obedecer sus mandamientos. Algunos dirán “Señor, Señor”, mas no harán la voluntad del Padre que está en los cielos, y, tristemente, escucharán estas palabras cuando el gran día venga, “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:21-23).
Dios te ama, te valora, y no desea que te pierdas. ¿Qué deseas tú? No eres solo un número en las estadísticas, eres mucho más que eso, porque, “¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26). No hay quien pueda ponerte una etiqueta con un precio que pueda ser pagado por ser humano alguno. El precio fue pagado por nuestro Señor Jesucristo, su sangre. Tu alma es valiosa, y volverá a Dios cuando exhales tu último aliento (Eclesiastés 12:8). Una vez esto ocurra, el valor que le hayas dado a la misma será la razón de donde estarás por la eternidad, una recompensa para el que hizo la voluntad del Padre, o un castigo para el que decidió desobedecerlo e ignorarlo. Cristo ya hizo su trabajo, es tu turno de hacer el tuyo.
Eres valioso para Dios, no lo dudes, tampoco desperdicies la hermosa oportunidad que te ha dado mientras aún estás vivo en este mundo.
Muy buenas tardes mi hermano, Dios les bendiga y guarde, muchas gracias por compartir la Palabra de Dios, muchas veces creemos en Dios pero dejamos de vivir de acuerdo a su voluntad.
Me gustaría seguir recibiendo estas enseñanzas, gracias por su tiempo, Dios les bendiga y guarde siempre!
Muchisimas gracias Damían por su comentario y buenos deseos. A Dios sea toda la gloria. Le exhorto a ver todo el contenido disponible en el sitio web, y espero sea de gran ayuda para su estudio y edificación.