Soy el tipo de persona a la que le gusta comer pero no cocina, sin embargo, cuando cocino (que no es frecuente) hago todo lo posible por seguir la receta por completo, especialmente la proporción de los ingredientes. Leí en alguna parte que las recetas son para los cocineros lo que las fórmulas son para los químicos. Piénsalo, ¿qué tan desastroso podría ser el resultado de un químico cuando agrega, cambia u omite un componente? Ahora, piensa en hacer el plato favorito de tu abuela y agrega, cambia u omite uno de los ingredientes de su lista. ¿Obtendrías el mismo resultado? No, alterarás esa receta, y ya no será la de tu abuela.
Nuestro Señor Jesucristo, mientras caminaba sobre esta tierra, le dijo a la mujer samaritana:
“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”
Juan 4:24, RVR1960.
Aprendemos de esa conversación que los samaritanos tenían su manera de adorar a Dios, pero Jesús le dijo que no sabían cómo adorar a Dios de la manera correcta (v. 23). Podían tener razón en su actitud y deseo (espíritu), pero no en el conocimiento y la práctica (verdad). Más tarde, en una ocasión diferente, mientras Jesús oraba, Él nos hizo saber lo que es la verdad, “tu palabra [de Dios] es verdad” (Juan 17:17). Hoy en día muchos grupos religiosos creen que adoran a Dios en espíritu y verdad, pero lo están haciendo como los samaritanos. Su forma de adoración puede ser sincera, pero no es correcta, ¿por qué? Porque no están siguiendo la “receta” de Dios. Entonces, ¿cuál es la manera correcta de adorar a Dios?
“Generalmente se reconoce que la iglesia del Siglo I participó en varios actos devocionales en las asambleas durante los días del Señor. Se observó la cena del Señor (Hechos 20:7), se pronunciaron oraciones (1 Corintios 14:15, 16), la iglesia cantó alabanzas para la gloria de Dios (Efesios 5:19), y se tomó una contribución (1 Corintios 16:2). También se dio la enseñanza, que incluía la lectura de las Escrituras (Colosenses 4:16) y la proclamación de la Palabra (Hechos 20:7).”[1]
Dejar de lado uno de estos actos de nuestra adoración a Dios es adorar a nuestra manera, no a la manera de Dios. Cambiar uno de ellos con algo que preferimos hace que también sea nuestra manera y no la de Dios. ¿Le agradaría a tu abuela si agregas o cambias algo de su “famosa” receta? Bueno, a Dios no le agrada cuando adoramos a nuestra manera y no a Su manera.
Tal como el apóstol Pablo escribió a los de Filipos, “Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos” (Filipenses 4:20). Demos a Dios el honor y la gloria que Él merece a través de nuestra adoración a Él. Recordemos siempre que nuestra adoración es a Dios y no a nosotros. Sigamos Su receta, y no la alteremos.
Amado amigo, si el lugar o grupo donde vas a adorar a Dios no lo está haciendo de esta manera, entonces, no es la manera de Dios, y se requieren cambios para arreglarla, tal como nuestro Señor le dijo a la mujer samaritana. Hoy es el momento adecuado para hacer lo correcto. Mañana podría ser demasiado tarde.
Que Dios te bendiga ricamente hoy y siempre. ¡A Él sea toda gloria!
Referencias
[1] Wayne Jackson, “The Divine Pattern of Acceptable Worship—Part 2”, https://www.christiancourier.com/articles/290-the-divine-pattern-of-acceptable-worship-part-2