Salvo sea por un accidente o deformidad todo ser humano tiene cinco dedos en cada una de sus manos. En el Cristianismo solemos utilizar nuestra mano como ilustración para lo referente a nuestros actos de adoración a Dios. Algunos tratan de darle más importancia a unos sobre los otros, sin embargo, sin un dedo, la mano no está completa, de la misma manera en que si fallamos en uno de nuestros actos de adoración, la adoración no está completa.
Muchos consideran la Cena del Señor como el más importante de los actos. Ciertamente es importante, porque su propósito (y mandamiento) es hacer memoria del sacrificio que Él hizo por nosotros (Mateo 26:26-29; Hechos 20:7; 1 Corintios 11:23-26), mas esto no quita importancia a los demás actos.
Para muchos, quizás lo que mas les gusta en la adoración sean las alabanzas, sin embargo, debemos recordar que no se trata de lo que nos guste, sino de darle gloria a Dios Padre por todas sus bendiciones. Dios no busca al próximo grupo musical exitoso del momento, sino a los fieles que le cantan y alaban, dándole gracias, en sus corazones (Efesios 5:19-20). El otro propósito de las alabanzas es precisamente “enseñarnos y exhortarnos unos a otros” (Colosenses 3:16).
La enseñanza o predicación junto a la oración son dos actos que tienen una relación muy cercana. Ambos son medios de comunicación con Dios. Al orar (1 Timoteo 2:1-8), le hacemos saber a Dios no solo nuestras peticiones, sino también nuestro agradecimiento. En la clase o predicación, Dios nos hace saber que espera de nosotros, y por qué lo hace (Hechos 20:7, Romanos 10:11-17).
Ahora bien, el siguiente (y último) acto de adoración a discutir es, probablemente, el dedo meñique, ese pequeñito que tanto duele cuando nos lo golpeamos, ya sea en la mano o pie. Es triste tener que tratar sobre algo que ya deberíamos saber muy bien. Citamos este pasaje cada domingo,
“En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas [énfasis añadido, MR]
1 Corintios 16:1-2.
Pero, hermano, ¡es mi dinero, yo decido cómo gastarlo! ¡ay, hermano, es que no me alcanza, tengo muchos gastos! ¡Dios sabe los motivos por los que no ofrendo! Muchas otras “razones” suelen darse, mas, muchas de ellas son, tristemente, solo excusas para no cumplir con este acto de nuestra adoración a Dios. Efectivamente, tal como lo lees, este escritor sabe que está dando un duro golpe a ese dedito que tanto nos duele.
Leamos nuevamente el pasaje, y prestemos atención a estas palabras, “ordené”, “cada”, “ponga”, “prosperado”, “guardándolo”.
Ahora, permítanme compartirles unos fragmentos de lo escrito por el hermano Wayne Jackson sobre este pasaje[1],
El término “ordené” denota un mandato … no una mera “urgencia” … el dar cristiano no es una opción, es una obligación. A pesar de su naturaleza obligatoria, dar debe ser visto como una bendición emocionante, no como un asunto gravoso para refunfuñar (véase 2 Corintios 9:7) … las ofrendas son el único método autorizado para financiar el trabajo de la iglesia de Dios… El reino de Cristo no es una empresa comercial.
El Cristiano debe contribuir cada Domingo. El texto griego dice, “cada primer día de cada semana” … Cada semana el Cristiano es bendecido con prosperidad, el o ella debe dar para apoyar la obra del Señor… La responsabilidad de contribuir al apoyo del reino pertenece a “cada” Cristiano. La noción de que uno puede hacer su contribución por cuenta propia, sin obligación semanal con la iglesia local, es un mito inventado por quienes carecen de un sentido de responsabilidad “familiar”.
El término griego thesauritzo, traducido como “guardándolo”, conlleva la idea de “ponerlo en el tesoro” … Es erróneo el sugerir que Pablo urgía a los hermanos a guardar algo en casa.
Todo Cristiano debe poner “según haya prosperado”. Esto es un dar proporcionalmente. Sorprendentemente, algunos en la iglesia primitiva dieron más allá de su capacidad (2 Corintios 8:3). Los que tienen más deben dar más (tanto en cantidad como en porcentaje).
Citando otro artículo por el mismo autor titulado “El Modelo de Ofrenda del Nuevo Testamento”[2],
Uno debe presupuestar sus finanzas, por lo tanto, para así poder dar cada día del Señor. Si uno está enfermo o lejos, por lo cual no puede contribuir en su congregación local, debe tomar medidas para dejar allí su contribución o compensarla cuando regrese.
Uno está obligado a contribuir tan consistentemente como ha “prosperado”. No es correcto el que unos pocos asuman prácticamente todos los gastos del trabajo local, mientras que otros “viajan gratis”.
Todo Cristiano tiene la obligación de ayudar a sostener el tesoro de la iglesia local. Esta obligación es independiente de la obra misionera o benevolente adicional a la que de otro modo pueda contribuir como individuo.
Hermanos, sé que este no es un tema fácil de leer, tampoco lo ha sido de escribir, pero es necesario. La obra local no puede perseverar si se pretende vivir de fondos externos “de por vida” (hermanos extranjeros que apoyen la obra misionera). Ese no es un patrón bíblico por seguir. La obra debe sostenerse a sí misma, y eso solo es posible a través de la ofrenda que, como hemos leído, es autorizada por las Escrituras y debe provenir de los miembros locales. Una vez que se cumple con lo necesario en la obra local, entonces es que se puede empezar a pensar en el involucramiento en apoyo misionero tanto en el país como en el extranjero. Es comprensible que en alguna ocasión un miembro no pueda dar, mas no debe ser la regla, como, tristemente, suele ocurrir en ocasiones. La obra del Señor necesita de tu apoyo para seguir adelante.
Dios ciertamente no nos desampara, ni nos deja (Hebreos 13:5). Debemos ser conscientes en nuestra adoración, y la ofrenda es parte vital de ella. Si algo desea este escritor permanezca en el corazón de quien lee este artículo es, “¡No es mi dinero, como suelo pensar, es el dinero de Dios, y debo usarlo sabiamente!”
Cinco actos de adoración, tal cual son autorizados en las Escrituras, y todos ellos conllevan un gran peso, cuando uno de ellos falta, no se está practicando la adoración que agrada a Dios, porque, “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24).
Referencias
[1] Wayne Jackson, Does 1 Corinthians 16:1-2 Constitute a Binding Pattern? https://www.christiancourier.com/articles/1536-does-1-corinthians-16-1-2-constitute-a-binding-pattern
[2] Wayne Jackson, The New Testament Pattern of Giving, https://www.christiancourier.com/articles/1361-new-testament-pattern-of-giving-the