Hace algunos años, leí en redes sociales, por parte de una persona a la que aprecio mucho, sobre como esta demandaba que respetaran su religión y sus creencias. Puede parecer una demanda justa, pero tiene implicaciones que pueden llevar a una persona a su perdición eterna, y antes de adentrarme más en el tema, deseo compartir unas palabras del apóstol Pablo a los Cristianos en Galacia,
“¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad? Tienen celo por vosotros, pero no para bien, sino que quieren apartaros de nosotros para que vosotros tengáis celo por ellos. Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre, y no solamente cuando estoy presente con vosotros [énfasis añadido]”
Gálatas 4:16-18.
Vivimos en un mundo en que hay múltiples religiones, ¿es esto lo que Dios ha planeado y revelado? Planeado no, revelado, sí. El mismo escritor, inspirado por el Espíritu Santo así afirma,
“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad”
1 Timoteo 4:1-3.
El discípulo amado, Juan, en su primera carta escribe,
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo”
1 Juan 4:1.
Nuestro Señor, tras decirle a los judíos que procuraban matarle acerca de la autoridad que Él tenía, también dijo,
“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida”
Juan 5:39-40.
Ante la pregunta formulada por Pedro, “¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra?”, Jesús respondió,
“Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada. Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo”
Mateo 15:13-14.
Los fariseos se ofendieron porque ciertamente lo que salía de su boca, sus palabras, contaminaban al hombre (ver Mateo 15:11,18-20) y les guiaban al hoyo, a ser desarraigados por Dios. Hoy en día, son muchos los que dicen ser religiosos, hombres de fe, hombres que viven para servir a Dios, cuando, en realidad, solamente sirven los caprichos, mandamientos, y tradiciones de otros hombres o de sí mismos, y ¿Cómo llamó Cristo a estos? “Hipócritas” citando al profeta Isaías, “Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mateo 15:8-9; ver Isaías 29:13).
Amados amigos y hermanos, la pluralidad de religiones que existe hoy en día, no es producto de Dios, sino del hombre. El hombre en su deseo constante de ser “importante”, día tras día se aparta más de quien realmente importa, y es merecedor de nuestra gloria y adoración. No, amigos, no se trata de nuestra religión, ni de nuestras creencias, ni de porque somos así. Se trata, y siempre lo ha sido, de lo que Dios enseña, y solamente podemos aprender esto por medio de Su palabra, la Biblia.
“Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”
Efesios 4:1-6.
En Dios hay unidad, y un solo cuerpo, del cual Cristo es la cabeza:
“Y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”
Efesios 1:19-23.
No hay ningún mediador en esta tierra, no lo es el Papa, ni el Sacerdote, ni el Pastor, ni el Profeta, tampoco lo es la Virgen. La palabra de Dios claramente revela quien es el único mediador entre Dios y nosotros,
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo”
1 Timoteo 2:5.
Lo que aquí escribo y comparto, no es porque me considere superior a nadie (porque no lo soy, ver Mateo 20:25-28), sino por lo contrario, deseo que todos mis seres queridos y amigos comprendan que la Palabra de Dios es nuestra guía:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”
2 Timoteo 3:16-17.
Sé que esto puede crear conflicto con muchos seres queridos, y efectivamente así ha ocurrido, pero, así como ellos exigen respeto en sus creencias, debemos considerar que es importante hacer ver que no es lo que pensemos u opinemos, sino lo que está establecido por Dios en su Palabra, que es la Biblia, y no lo que el hombre quiera dar por establecido en lo que para él es conveniente. A fin de cuentas, es en Su Palabra donde está el poder de Dios para salvación (Romanos 1:16), y fuera de Cristo no hay salvación (Hechos 4:12). Abre tu Biblia y lee conmigo el siguiente pasaje, en que se nos dice simplemente como podemos estar en Cristo,
“¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive”
Romanos 6:3-10.
¿Estás en Cristo o fuera de Él? Está pregunta solamente tu la puedes responder, y su respuesta es mucho más importante que simplemente decirle a alguien “no te metas con mi religión”. Si no estás en Cristo, háznoslo saber y con mucho gusto estudiaremos contigo como puedes estarlo. Tu alma y tu destino eterno es importante para Dios, para Cristo, para el Espíritu Santo, y para nosotros.
A Dios sea toda gloria.