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Las Genealogías Según Mateo Y Lucas

Por Dave Miller, Ph.D, traducido con permiso por Marlon Retana.
El artículo original, en inglés, se encuentra en este enlace


Una de las acusaciones de contradicción presentadas por los escépticos contra la Biblia es la apariencia superficial de contradicción entre la lista genealógica según Mateo (1:1-17) y la proporcionada por Lucas (3:23-38). Como siempre es el caso, el cargo de contradicción es prematuro y refleja una valoración inmadura de la evidencia existente. En cada caso de supuesta contradicción, una investigación adicional ha arrojado evidencia adicional que exonera a la Biblia y verifica aún más su infalibilidad. Las supuestas discrepancias relacionadas con las genealogías de Mateo y Lucas fueron explicadas y respondidas hace mucho tiempo (por ejemplo, Haley, 1977, pp. 325-326; McGarvey, 1910, pp. 344-346; McGarvey, 1974, pp. 51-55; ver Lyons, 2003).

Cuando uno coloca las dos listas genealógicas una al lado de la otra, se hacen evidentes de inmediato varios factores que se combinan para disipar la apariencia de conflicto.

Tabla de Genealogías
Tabla de Genealogías. Haga clic para ampliar.

En primer lugar, Mateo informó del linaje de Cristo desde Abraham solamente; Lucas lo trazó hasta Adán. En segundo lugar, Mateo usó la expresión “engendró”; Lucas usó la expresión “hijo de”, lo que da como resultado que su lista sea una inversión completa de la de Mateo. En tercer lugar, las dos líneas genealógicas son paralelas desde Abraham hasta David. En cuarto lugar, comenzando con David, Mateo trazó la línea paterna de descendencia a través de Salomón; Lucas trazó la línea materna a través del hermano de Salomón, Natán.

Un quinto factor que debe reconocerse es que las dos líneas (paterna y materna) se unen en el mestizaje de Salatiel y Zorobabel. Pero el vínculo se separa nuevamente en los dos hijos de Zorobabel: Resa y Abiud. En sexto lugar, las dos líneas se unen una vez más, por última vez, en el matrimonio de José y María. José fue el final de la línea paterna, mientras que María fue la última de la línea materna como hija de Elí.

La razón por la que se dice que José es el “hijo” de Elí (el padre de María) trae una séptima consideración: el uso judío de “hijo”. Los hebreos usaron la palabra en al menos cinco sentidos distintos: (1) en el sentido que se usa hoy en día para una descendencia de una generación; (2) en el sentido de un descendiente, ya sea un nieto o un descendiente más remoto desde muchas generaciones anteriores, por ejemplo, Mateo 1:1; 21:9; 22:42 (“engendró” tenía la misma flexibilidad en la aplicación); (3) como yerno (los judíos no tenían una palabra para expresar este concepto y por eso solo usaban “hijo”, por ejemplo, 1 Samuel 24:16; 26:17); (4) de acuerdo con el levirato (Deuteronomio 25:5-10; ver Mateo 22:24-26), un hombre fallecido tendría un hijo a través de un padre sustituto que se casó legalmente con la viuda del hombre fallecido (por ejemplo, Rut 2:20; 3:9,12; 4:3-5); y (5) en el sentido de un hijastro que asumió el estatus legal de su padrastro: la relación sostenida por Jesús con José (Mateo 13:55; Marcos 6:3; Lucas 3:23; 4:22; Juan 6:42).

Note cuidadosamente que José era un descendiente de sangre directo de David y, por lo tanto, del trono de David. Aquí está el propósito preciso de la genealogía de Mateo: demostró el derecho legal de Jesús a heredar el trono de David, un requisito previo necesario para autenticar Su afirmación mesiánica. Sin embargo, una credencial igualmente crítica fue Su sangre/descendencia física de David, un punto que no pudo establecerse a través de José ya que “Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo” (Mateo 1:18, énfasis añadido). Esta característica del Mesianismo de Cristo se estableció a través de Su madre María, quien también era descendiente de sangre de David (Lucas 1:30-32). Tanto la sangre de David como el trono de David fueron variables necesarias para calificar y autenticar a Jesús como el Mesías.

Una vez más, las intrincadas complejidades de la Biblia brillan para disipar las acusaciones del crítico, al tiempo que demuestran sus propias representaciones infalibles. Cuanto más se profundiza en sus complejidades, más se llega a la ineludible conclusión de que la Biblia es, de hecho, el Libro de los libros, la Palabra inspirada de Dios.

Referencias

Haley, John W. (1977), Alleged Discrepancies of the Bible (Grand Rapids, MI: Baker).

Lyons, Eric (2003), The Anvil Rings (Montgomery, AL: Apologetics Press).

McGarvey, J.W. (1910), Biblical Criticism (Cincinnati, OH: Standard).

McGarvey, J.W. (1974 reprint), Evidences of Christianity (Nashville, TN: Gospel Advocate).

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