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El Poder de la Sangre

Un himno que solemos entonar dice en su estribillo, “Hay poder, poder, sin igual poder, en Jesús, quien murió. Hay poder, poder, sin igual poder en la sangre que Él vertió”. El himno original en inglés se titula “There Is Power in the Blood” (Hay Poder en la Sangre) y fue escrito por Lewis E. Jones.

Ciertamente la sangre de Cristo tiene poder. Las Escrituras claramente así lo afirman. Sin embargo, recientemente se me consulto sobre si la siguiente afirmación es correcta, “La sangre de Cristo nos protege de todo mal”. Mi respuesta corta es no, no es una afirmación correcta, veamos a continuación por qué.

Tras escuchar el evangelio, creerlo, arrepentirnos, confesar a Cristo, y entonces entrar en las aguas del bautismo, es que entramos en contacto con la sangre de nuestro Señor. Él mismo afirmo que Su sangre sería “derramada para remisión de pecados” (Mateo 26:28). De allí que cada primer día de la semana participamos de la cena del Señor en donde partimos el pan y tomamos el jugo de uva, en memoria de lo que Él hizo por nosotros, tal y como Él nos comanda. La sangre de Cristo tiene poder para limpiar nuestros pecados, sin embargo, en ningún pasaje de las Escrituras encontramos que Dios nos afirme que nos proteja de todo mal. No podemos pretender o hacer uso de “su sangre” como si se tratase de un amuleto.

Lo más cercano en las Escrituras a este concepto es lo escrito por Pablo en 2 Tesalonicenses 3:3 que dice, “Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal” (RVR1960). Una mejor traducción del término griego aquí traducido como “mal” lo encontramos en LBLA donde dice “maligno”, siendo esta una referencia a Satanás. Nuestro Señor, no su sangre, por medio de las Escrituras, nos ha dado todo lo que necesitamos para poder resistir al diablo (ver Santiago 4:7). Si seguimos en ese mismo texto, podemos ver que el apóstol afirma que los tesalonicenses debían hacer lo que este les había comandado (v. 4), y que el Señor encaminará sus “corazones al amor de Dios y a la paciencia de Cristo” (v. 5). De igual manera debemos hacer los cristianos de este siglo.

En su primera carta, Juan hace una afirmación muy interesante, y dice así, “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:6-7).

Una vez nos convertimos en cristianos, debemos andar como Dios nos ha revelado en las Escrituras, en Su luz. Si no hacemos así, andamos en tinieblas y por tanto apartados de Él, incluso si en el pasado habíamos entrado en contacto con la sangre de Su Hijo. Si andamos en Su luz, y en algún momento resbalamos, la sangre de su Hijo nos limpia de ese pecado, si lo confesamos a Él, siendo Él fiel y justo para perdonarnos (ver 1 Juan 1:9).

Claramente podemos ver que el poder de Su Sangre es para limpieza y perdón de pecados, no para protegernos de todo mal. Quizás la confusión sobre este tema se deba a una práctica del catolicismo. Estos practican lo que llaman “Oración a la Sangre de Cristo” basándose en una carta escrita por el papa Juan XXIII, y dedican el mes de julio a la Preciosísima Sangre. Algunos de ellos practican esta oración de manera recurrente. Esta oración la hacen para pedir protección y solución a casos difíciles. De hecho es considerada como una de las más poderosas en el catolicismo.[i] Debido a lo extenso de esa oración, solo comparto unos fragmentos tomados del sitio web laliturgia.org[ii], y estos son: “Señor Jesús en tu nombre, y con el poder de tu sangre preciosa sellamos toda persona, hechos, o acontecimientos a través de los cuales el enemigo nos quiere hacer daño … sellamos toda potestad destructora … fuerzas satánicas de la naturaleza … con el poder de la sangre de Jesús rompemos toda interferencia y acción del maligno … Te pedimos Jesús que envíes … a la santísima virgen acompañada de San Miguel, San Gabriel, San Rafael, y toda su corte de santos ángeles … en fe colocamos un círculo de su sangre alrededor de toda nuestra familia … Te agradecemos Señor por tu sangre y por tu vida, ya que gracias a ellas hemos sido salvados de todo lo malo. Amén”.

Nuestro Señor nos enseñó a orar (Mateo 6), y en esa oración modelo nos dice que es a Dios Padre a quien oramos, no al Hijo. El único mediador entre Dios y los hombres es Jesucristo (1 Timoteo 2:5). Jesús tiene autoridad sobre los ángeles, pero no los enviará cuando nosotros lo pidamos, sino cuando Él lo considere necesario (Mateo 26:53). Ninguno de nosotros tiene el poder para “sellar” algo con la preciosa sangre de Cristo. Su sangre fue vertida para darnos la oportunidad de ser limpios de nuestros pecados y reconciliarnos con Dios, pero no para protegernos de todo mal.

Un último punto sobre porque la sangre de Cristo no nos protege de todo mal, es dado por el apóstol Pedro a continuación, “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo” (1 Pedro 5:8-9). El Espíritu Santo no hubiese inspirado a Pedro y los demás escritores de la Biblia a afirmar que debemos estar sobrios y alertas, si la sangre de Cristo nos protegiera de todo mal. Esto sería totalmente contradictorio, y Dios en Su Palabra jamás se contradice. Si así fuese, cada vez que nos enfermamos, o tenemos un accidente, o alguien hace algún daño contra nosotros, Dios estaría mintiendo, y sabemos bien que Él no miente (Tito 1:2).

Un cristiano fiel reconoce el sacrificio de Jesucristo y el valor de Su sangre (Hechos 20:28). Cada primer día de la semana bebemos del jugo de la vid en memoria de como Su sangre fue derramada para el perdón de nuestros pecados (Mateo 26:28, 1 Corintios 11:23-29). Su sangre es tan valiosa para nosotros que nos esforzamos en vivir vidas fieles, incluso en tiempos de tribulación, hasta el día en que partamos de este mundo, en espera de esa corona de vida (Apocalipsis 2:10). La sangre de Cristo tiene poder para limpiar nuestros pecados, Su Palabra tiene poder para guiarnos y alentarnos a seguir adelante a pesar de los males que se nos presenten en nuestras vidas. Vivamos fieles a Él, confiemos en Él y sus promesas, y no digamos cosas sobre Él que claramente Su Palabra no afirma ni enseña.

¡A Dios sea toda gloria!

Referencias


[i] Hernandez Torres, Alejandra, “Oración a la Sangre de Cristo para pedir protección y solución a los casos difíciles”, El Tiempo, 05 de junio de 2024, https://www.eltiempo.com/vida/religion/oracion-a-la-sangre-de-cristo-para-pedir-proteccion-y-solucion-a-los-casos-dificiles-3349649

[ii] María Gloria, “Oración de la Sangre de Cristo”, LaLiturgia.org, 16 de abril de 2011, https://www.laliturgia.org/general/oracion-de-la-sangre-de-cristo.html

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