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Estimado Predicador, Tu Trabajo Importa

Por Hiram Kemp, traducido con permiso por Marlon Retana.
El artículo original, en inglés, se encuentra en este enlace.


Estimado Predicador,

Debes saber que eres importante y también lo es tu trabajo. El viejo adagio es cierto, “Dios tuvo un hijo y él fue un predicador” (Marcos 1:38). Aunque hayas escuchado esta declaración muchas veces, no permitas que se convierta en un sentimiento antiguo y trillado. La verdad es que Dios valora la predicación y, por lo tanto, valora a los predicadores (ver 1 Corintios 1:21). Algunos pueden pensar erróneamente que un predicador solo trabaja dos veces por semana, pero Dios ve el trabajo fiel que estás haciendo durante todo el día para su nombre y su gloria (Hebreos 6:10). Puede ser tentador ver tu trabajo semana tras semana como algo monótono, mínimo y sin importancia, pero rechaza esta tentación. Los predicadores tienen el privilegio de hacer el mejor trabajo del mundo porque trabajan entre las mejores personas del mundo. Si bien todos los días pueden no ser sensacionales, el trabajo que estás haciendo influye en la eternidad.

El trabajo de un predicador es importante porque anuncia el mensaje de salvación y la esperanza de la vida eterna semanalmente. Si bien es cierto que cada Cristiano es en cierto sentido un heraldo de las buenas nuevas, los predicadores hacen esto de una manera única ante la congregación cada semana (ver Hechos 8:4; 2 Timoteo 4:2). El mensaje que predicas, cuando se cree y se obedece, lleva a otros a Jesús. Allí, la salvación puede realizarse y la esperanza puede mantenerse. Cada semana, de lunes a sábado, la gente escucha una avalancha de mensajes desesperanzadores. Muchas de las personas con las que te encuentras el domingo están desanimadas, en busca de respuestas, deprimidas y descorazonadas.

Tienes la oportunidad de contar las buenas nuevas sobre Jesús y todo lo que ha logrado y todo lo que ofrece (2 Corintios 8:9; 9:15). Sí, es cierto que los predicadores también deben decirle a la gente las malas noticias sobre el pecado, la verdad sobre las consecuencias del pecado y la separación que será una realidad para aquellos que mueran fuera de Cristo (2 Tesalonicenses 1:7-9). Aunque el mensaje que estás encargado de transmitir no siempre sea agradable, siempre es poderoso (Romanos 1:16). Tú y tu trabajo son importantes porque el mensaje que proclamas tiene el potencial de cambiar vidas (2 Corintios 4:5-7).

Al ver lo importante que es tu trabajo, debes cuidarte de la pereza y la apatía. Puede ser fácil verse a sí mismo como un empleado de los hermanos o de los ancianos, pero es más que eso. Es cierto que los Cristianos deben servirse unos a otros, pero el empleador principal de un predicador es Dios (Eclesiastés 9:10; Colosenses 3:23-24). Pablo se refirió a Timoteo como “hombre de Dios” para resaltar el alto llamamiento que tenía como predicador (1 Timoteo 6:11; 2 Timoteo 3:17). No permitas que tu ética de trabajo aumente y disminuya según la forma en que la congregación local te esté tratando.

Evita dejarte llevar por el desánimo y letargo en tu trabajo porque no has recibido una palmada en la espalda o porque alguien es muy crítico con respecto a tu trabajo. Pablo le dijo a Timoteo que soportara las dificultades y los predicadores deben hacer lo mismo hoy (ver 2 Timoteo 2:3). Los predicadores deben soportar las aflicciones al hacer la obra de evangelista y cumplir con su ministerio (2 Timoteo 4:5). La obra de predicar es demasiado importante para que la falta de celo la obstaculice. Predicador, tu trabajo importa, así que trabaja dándole esa importancia.

Todo Cristiano debe andar por fe y no por vista (2 Corintios 5:7). Esto es especialmente cierto en el caso de los predicadores. Tú y tu trabajo están marcando la diferencia incluso cuando no puedes ver resultados en el momento presente. La palabra de Dios nunca vuelve vacía; esta hace su impacto al encontrar corazones humanos (Isaías 55:10-11). No caigas en la mentira del diablo de que si nadie respondió a la invitación, nadie respondió al mensaje. Sigue plantando y sigue regando y confía en que Dios dará el crecimiento (1 Corintios 3:6). Andar por fe significa que creemos que cuando hacemos la obra de Dios a la manera de Dios, Él bendecirá nuestra obra (1 Pedro 5:6). Tal vez no estés obteniendo los resultados que deseas tan rápido como deseas, pero esto no debería hacer que pienses que lo que estás haciendo es insignificante. Estás haciendo la diferencia.

Predicador, tú y tu trabajo son importantes para las generaciones que están antes y después de ti (ver 2 Timoteo 2:2). Aquellos que son de edad avanzada miran hacia atrás con preocupación y expectativa, ya que esperan que el evangelio continúe siendo proclamado fielmente en los años venideros. Ellos saben dónde estás y quieren instarte a seguir adelante sin darte por vencido. Aunque existen nuevas herramientas, avances tecnológicos y formas de difundir el mensaje, estos te alientan a ser un administrador bueno y fiel (ver 1 Corintios 4:2).

Tu trabajo es importante para la generación anterior que te ha entregado la batuta de la fe con la esperanza de que te mantengas firme. Tu trabajo también es importante para la generación que viene tras de ti. Independientemente de tu edad, hay quienes te admiran y admiran el trabajo que estás haciendo. Ellos están observando el trabajo que se lleva a cabo y se están preparando para formarse a sí mismos basándose en aquellos que ellos creen se forman a sí mismos según Cristo (1 Corintios 11:1). Mientras otros miran, dales un ejemplo a seguir y una vida digna de imitar.

Predicador, tú y tu trabajo son importantes para Dios, pero tú y tu trabajo también deben ser importantes para ti mismo. Es importante que no te compares con los demás ni permitas que tu falta de perfección te lleve a conformarte con la mediocridad (2 Corintios 10:12). Se lo mejor que puedas ser para el Dios que te ha dado lo mejor (Juan 3:16). Predica todas las semanas como si el edificio estuviera lleno a capacidad y supieras que habrá una docena de respuestas. Predica y trabaja como si fuera tu última vez para poder proclamar el mensaje de Cristo, porque un día será tu última vez. Predica con un corazón lleno de esperanza porque no todo depende de ti. Dios continúa obrando mucho después de que hayas terminado de hablar.

Mantén tu cabeza en alto esta semana, predicador. Mantén tu cabeza en alto a Dios en oración y busca su guía. Mantén tu cabeza en alto con optimismo, ya que sabes que lo mejor está por venir. Mantén tu cabeza en alto mientras buscas oportunidades para compartir el mensaje de Cristo con los demás. Mantén tu cabeza en alto mientras esperas el cielo y todos los que estarán allí porque Jesús fue proclamado fielmente a través de los siglos. Predicador, tú y tu trabajo importan, ¡no lo olvides!

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