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¿¡Un Pecado Es Un Pecado!?

Por Westley Hazel, traducido con permiso por Marlon Retana.
El artículo original, en inglés, se encuentra en este enlace.


“¡Un pecado es un pecado!” He escuchado esa declaración toda mi vida utilizada para señalar que el pecado es un problema universal (Romanos 3:23) que siempre resulta en la muerte espiritual de los involucrados (Romanos 6:23). Sabemos que, bíblicamente hablando, no existe la llamada “mentirilla blanca”. ¡Una mentira es una mentira! Todas las mentiras llevar por resultado ser arrojados a un lago de fuego (Apocalipsis 21:8). Esta es una lección que debemos aprender cuando somos tentados a definir los pecados como pecados “pequeños” y pecados “grandes”. Como humanos, tendemos a pensar en pecados “grandes” como los que usted comete y en pecados “pequeños” como los que yo cometo. Sin embargo, todo pecado nos separa de Dios (Isaías 59:2). Por lo tanto, cada vez que alguien trata de quitarle importancia al pecado o decirle cómo un pecado no es tan malo, esta persona está enseñando algo que proviene directamente del infierno (Juan 8:44).

Todos Los Pecados Condenan, Pero No Todos Los Pecados Tienen La Misma Consecuencia

Por extraño que parezca, en los últimos años la idea de que “un pecado es un pecado” ha sido utilizada como una herramienta para justificar el pecado. La gente ha señalado supuestas inconsistencias en la forma en que los Cristianos manejan el pecado o clasifican un pecado sobre otro. Si bien la Biblia no hace una distinción con respecto a los resultados del pecado, hace distinciones entre los pecados con respecto al impacto físico y la forma en que se espera que la iglesia reaccione.

Pablo le escribió a Timoteo, “porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (1 Timoteo 5:8, énfasis añadido). Obviamente, Pablo no está diciendo que ser un incrédulo sea algo bueno. Está diciendo que cuando afirmamos ser creyentes sin preocuparnos por nuestras viudas, estamos haciendo más daño que aquellos que no hacen tal afirmación. Es terrible cuando un hombre sale al bar a beber el sábado por la noche. Es mucho peor cuando ese individuo se pone de pie para dirigir la adoración a la mañana siguiente. Hay una diferencia en el impacto de su pecado.

Pedro escribe acerca de aquellos que se alejan del Señor después de caminar con Él diciendo: “… su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado” (2 Pedro 2:20-21, énfasis añadido). Una vez más, Pedro no está diciendo de manera alguna que es bueno que la gente no conozca el camino de la justicia. Usted estará perdido en ese estado. Él dice que es aún peor saber y luego dar la espalda (Lucas 12:47-48). Esta distinción con respecto a los resultados del pecado y cómo la iglesia responde a él es de importancia para nosotros reconocer frente a muchos que quieren usar la universalidad del pecado como una excusa para no hablar en contra de ningún pecado.

Sí, Fuimos Alguna Vez Pecadores, Pero No Nos Contentemos Con Seguir Así Nunca.

A algunos les gusta usar la frase “todos somos pecadores” como una justificación para el pecado. Dicen esto, lo que implica que, dado que todos pecamos, no deberíamos estar realmente sorprendidos o molestos por el pecado que nos rodea. ¡No permitamos esto! Esto no es lo que la Biblia enseña. Es verdad que todos somos pecadores si lo que se quiere decir con esa declaración es que todos luchamos contra el pecado y ninguno de nosotros ha alcanzado la perfección (Santiago 3:2; 1 Juan 1:8). Sin embargo, no es verdad que todos seamos pecadores si lo que quiere decir con esa declaración es que no hay diferencia en la vida de uno que está en Cristo y uno que está fuera de Cristo. La Biblia enseña continuamente la idea de que un hombre es un pecador o es un santo. Los Cristianos se equivocan cuando olvidan el significado de cualquiera de estas palabras. Cada vez que un Cristiano encuentra el pecado en su vida, siempre es inaceptable y debe entristecernos.

En Romanos 6, algunos pensaron que la gracia y la salvación de Dios podrían usarse de alguna manera como una justificación para el pecado. Los mismos argumentos se siguen haciendo hoy. La respuesta de Pablo fue: “¡En ninguna manera!” (Romanos 6:2). Si eso es lo que usted piensa, ha perdido todo el sentido del evangelio. Su explicación es que “nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” (Romanos 6:6). Esto significa que el pecado no es una parte aceptable de la vida Cristiana. Cuando todavía está presente en la vida de todos nosotros, debería frustrarnos como hijos de Dios. Incluso el apóstol Pablo vio el pecado en su vida, y él no quería que estuviese allí. ¿Su respuesta? “¡Miserable de mí!” (Romanos 7:24). Al igual que Pablo, tenemos que ser tan humildes, tan humillados, por nuestro propio pecado, que volvamos a Cristo como el único que puede liberarnos.

Cualquier Pecado Puede Condenarte, Pero Algunos Pecados Son Más Atroces Que Otros

Otros creen que nunca debemos preocuparnos por ningún pecado porque es solo uno de los muchos pecados que se cometen todos los días. Por supuesto, Pablo se oponía a todo pecado, pero parecía llamar a ciertos pecados como puntos de inflexión de la mundanalidad.

El ejemplo más claro de esto se encuentra en 1 Corintios 5, donde aborda el tema de un hombre que tenía la esposa de su padre. En el versículo 1 dice: “De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles”. El punto es que hay ciertos pecados que deberían recibir nuestra atención debido a que su presencia. y aceptación señala un cambio en los valores tanto de una iglesia como de nuestra sociedad.

Un ejemplo de esto en mi vida vino en la forma de Ellen DeGeneres. En 1998, su comedia Ellen fue cancelada después de salir como homosexual tanto en la pantalla como en su vida personal. En 2003 regresó a la televisión y finalmente fue anfitriona de uno de los programas de entrevistas diurnas más populares de Estados Unidos. Esto fue realmente reconocido ya que recibió una Medalla de Honor Presidencial en 2016. Algunas personas argumentaron que los Cristianos no deberían estar demasiado preocupados por su estilo de vida homosexual porque hay mucho pecado en Hollywood. Muchas personas, tanto dentro como fuera de la pantalla, están involucradas en todo tipo de adulterio, fornicación, alcoholismo, etc. Su pecado no es peor que esos pecados. Si bien es cierto que este pecado tiene la misma consecuencia que esos pecados, no debemos pasar por alto el hecho de que la aceptación de este pecado marcó un punto de inflexión en la forma en que nuestra sociedad veía al pecado.

Estos “pecados mundanos” tanto en la iglesia como en la sociedad indican una desviación más lejana de la luz de Jesucristo. Constantemente debemos oponernos tanto a los pecados con los que nos hemos familiarizado como a los pecados que son una nueva frontera para nuestra sociedad. ¡Nunca dejemos de escandalizarnos por esas nuevas fronteras!

Algunas Veces Hay Limitaciones Sobre Cómo Se Puede Tratar El Pecado En La Iglesia

A veces, cuando una congregación ejerce la disciplina según lo prescrito en el Nuevo Testamento, habrá quienes se opongan a esta práctica. Argumentan que solo vemos que las iglesias ejercen disciplina con respecto a pecados como el adulterio, el robo, la enseñanza falsa o el dejar de congregarse, pero nunca vemos que las iglesias ejerzan disciplina con respecto a pecados como el orgullo, la lujuria, o la ira. El punto es bien tomado, y sería ingenuo tratar de afirmar que los pecados como el orgullo, la lujuria, o la ira no existen en nuestras congregaciones. Sin embargo, lo que quien hace la objeción no considera es que hay una distinción entre los pecados que son observables o empíricamente verificables y aquellos que no lo son.

Permítanme ilustrar esto. Si alguien comete adulterio, puedo acudir a esa persona con la preocupación de que, en un momento específico, en un día específico, en un lugar específico y con una persona específica, estas personas hayan cometido un acto específico. Algunos incluso han sido conocidos por tener evidencia fotográfica de este pecado. Cuando se trata de pecados como la codicia, sería difícil producir cualquier de esos detalles. Eso no quiere decir que no suceda. Probablemente suceda con una frecuencia mayor que el adulterio. Simplemente significa que no puedo cuantificar fácilmente esos pecados menos obvios. Pablo le dice a Timoteo: “Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después” (1 Timoteo 5:24, énfasis añadido). Hay algunas cosas que solo Dios sabe, pero podemos estar seguros de que Él sí las sabe. Tanto los pecados obvios como los pecados no tan evidentes son igualmente pecaminosos. Nuestra incapacidad para tratar con los pecados del corazón no niega ni excusa nuestra responsabilidad de tratar con los pecados que son muy evidentes.

Conclusión

Sí, un pecado es un pecado. Sin duda, todo pecado viene con la sentencia de muerte (Romanos 6:23). En ese sentido, no hay tal cosa como un pecado “grande” o un pecado “pequeño”. Los Cristianos deben oponerse a todo pecado, comenzando con el pecado en nuestras propias vidas. Esos pecados son lo que pusieron a Jesús en la cruz, y todo aquel que proclame un mensaje que minimice las consecuencias del pecado debe señalarse. Por extraño que pueda parecer, algunos incluso han tomado esta universalidad del pecado para tratar de justificar o minimizar la actividad pecaminosa. Esto proviene de una falla en el entendimiento de que no todos los pecados son tratados de la misma manera con respecto a la reacción del hombre o el impacto que tienen en la sociedad. Los Cristianos debemos pensar cuidadosamente sobre nuestra respuesta al pecado y constante y consistentemente apuntar a este mundo perdido y nosotros mismos hacia la única solución: la sangre de Jesucristo (Efesios 2:13).

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