Por Jason Jackson, traducido con permiso por Marlon Retana.
El artículo original, en inglés, se encuentra en este enlace.
¿Ofreció Abraham a Ismael o a Isaac? La Biblia y el Corán difieren en este tema. ¿Qué libro contiene realmente la revelación divina? ¿Acaso Importa?
La festividad islámica, Qurbani Id (o Id Al-Adha), se conoce como el “Festival del Sacrificio”. Los musulmanes celebran esta “gran fiesta del sacrificio” el décimo día del último mes del año musulmán. De acuerdo con su esquema doctrinal, este día celebra la voluntad de Abraham de sacrificar al hijo que tuvo con Agar, Ismael.
Si recuerda el relato del Antiguo Testamento, se quedará un poco perplejo. ¿No fue Isaac aquel a quien Dios instruyó a Abraham para ser ofrecido? La diferencia es esta. Los cristianos aceptan el testimonio de la Biblia. Los musulmanes rechazan la Biblia y creen que el Corán (o Qurán) contiene el registro inspirado e incorrupto. ¿Quién tiene razón?
Aunque el Corán no nombra al niño que Abraham iba a sacrificar, los musulmanes creen que fue Ismael, y creen que esa idea está respaldada por el Corán. Un erudito musulmán, después de citar varios textos del Corán, concluye:
Está bastante claro que Ismael era el hijo a sacrificar y no Isaac, la paz sea con ambos. También vimos cuán corrupta es la Biblia. La Biblia no es confiable. Fue gravemente manipulada por las alteraciones y narraciones del hombre, que ya no podemos decir qué partes de ella son las Verdaderas Palabras Vivas de DIOS Todopoderoso, y cuáles no lo son.
Ismael era 13 años mayor que Isaac, y Abraham amaba tanto a DIOS Todopoderoso que quería sacrificar a su propio hijo por Él. Si el nombre de Ismael representa el agradecimiento de Abraham a DIOS Todopoderoso después de una larga y desesperada espera para tener un hijo, entonces tiene mucho sentido que Abraham quisiera sacrificar a Ismael a DIOS Todopoderoso dándole la cosa más preciosa que jamás tuvo. (http://www.answering-christianity.com/isaac_and_ishmael.htm, Traducido).
La cuestión no es tanto “quién” tiene la razón, como si se tratara de una disputa personal entre dos “clases” de personas. No se trata de una cuestión de personalidades, cultura o raza. La cuestión es la siguiente: ¿Qué registro contiene el relato histórico verdadero? ¿Creeremos en la Biblia, que nombra a Isaac, o en las afirmaciones de los eruditos musulmanes que infieren el nombre del hijo a través del Corán?
Algunos dirían que este es el tipo de desacuerdo que nunca se resolverá. Los cristianos aceptarán la Biblia. Los musulmanes se pondrán del lado del Corán. La discusión se reduce a un tipo de argumento de “tu palabra contra la mía”, al menos a los ojos de algunos.
Pero la cuestión es más fundamental que eso. La pregunta es realmente esta: ¿Qué libro es la revelación de Dios? Ambos volúmenes claman inspiración, pero obviamente ambos no pueden ser inspirados. La diferencia entre “Isaac e Ismael” es solo una de los cientos de discrepancias entre la Biblia y el Corán. Y muchas de estas diferencias se refieren a temas cruciales (por ejemplo, la naturaleza de Dios, la identidad de Cristo y el plan de salvación de Dios).
Antes de que uno se comprometa con un sistema de religión, es necesario indagar en la fuente de esa religión. Si la Biblia es del cielo, entonces el cristianismo es la religión verdadera. Si el Corán es de Dios, entonces el Islam es el sistema genuino.
Con respecto a la Biblia, observamos que está compuesta por una especie de “código ADN”, un conjunto de rasgos que la identifican como proveniente de Dios. Hay una serie de características identificativas que revelan el origen divino de la Biblia.
Las Escrituras, aunque registradas por aproximadamente cuarenta escritores humanos, a lo largo de un período de unos 1500 años, contienen una asombrosa unidad de propósito y doctrina. Esto incluye muchas profecías, es decir, predicciones detalladas, que luego se cumplen perfectamente. Aunque ha sido cuestionada por los escépticos más renombrados, se ha comprobado que la Biblia no contiene errores. Ha sido reivindicada en innumerables ocasiones. Los hombres siempre están tratando de “ponerse al día” con las Escrituras.
Pero el Corán, a pesar de sus afirmaciones, carece de las marcas de la revelación divina. Su trato deficiente a las mujeres no es ningún secreto para nadie familiarizado con el Islam. El libro contiene numerosas inexactitudes históricas y anacronismos, es decir, el extravío cronológico de personas, eventos, etc. He aquí un ejemplo:
Al relatar los acontecimientos del éxodo y el peregrinaje por el desierto, el Corán dice: “no habían prestado fe a los signos de Alá y habían dado muerte a los profetas sin justificación” (cf. Sura 2, 57-61). ¿Quiénes eran “los profetas” en el desierto? Esa expresión, “los profetas”, usualmente designa un ministerio especial de siervos que vivieron en un tiempo posterior en la historia de Israel. J. M. Rodwell señala: “Este pasaje es uno de los numerosos anacronismos que abundan en el Corán y prueban la grosera ignorancia del profeta árabe” (Rodwell, J.M., trad. The Koran, Everyman’s Library. New York: Dutton, 1909, p. 344, traducido al español).
Tenemos ante nosotros dos libros. Uno es perfecto y divino. Es la Biblia. El otro, el Corán, está plagado de errores, el producto de un autoproclamado profeta, que no era profeta en absoluto. Uno nos anima a amar a nuestros enemigos; el otro promueve la conversión por la fuerza y la yihad, la “guerra santa”. La Biblia registra que Abraham estaba dispuesto a ofrecer a Isaac. El Corán, afirman los eruditos musulmanes, implica que Abraham estaba dispuesto a ofrecer a Ismael. La cuestión es: ¿Qué volumen es el de Dios? El libro de Dios es perfecto, con un alto tono moral. Está lleno de marcas de inspiración divina que están más allá de la posibilidad de producción humana. Ese libro es la Santa Biblia.