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¿Estamos Bajo La Ley o La Gracia?

Por Wayne Jackson, traducido con permiso por Marlon Retana.
El artículo original, en inglés, se encuentra en este enlace.


¿Por qué algunos insisten en que los cristianos están bajo la ley hoy en día? No estamos bajo la ley, sino bajo la gracia. La ley vino por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesús (Juan 1:17).

Debemos señalar respetuosamente que la pregunta registrada anteriormente refleja un grave malentendido de la naturaleza tanto de la ley como de la gracia. Y tergiversa la naturaleza del sistema religioso al que los hombres están sujetos en la actualidad.

Es una tragedia de enorme magnitud que algunos, ondeando el estandarte de la gracia, argumenten que están libres de las restricciones de la ley sagrada y, por lo tanto, tienen la libertad de forjar su propia ruta a lo largo del terreno religioso.

Uno no puede dejar de recordar la acusación de Judas sobre ciertas personas que pervierten la gracia de Dios para acomodar sus propios objetivos sensuales (Judas 4).

Juan 1:17 — Ley y Gracia

El amado apóstol registra estas palabras en Juan 1:17:

“Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo”.

Aquí, los términos “ley” y “gracia” se emplean para designar los sistemas predominantes de revelación divina escrita, es decir, los dos pactos.

El primer pacto fue el que se dio a través de Moisés en el Sinaí, comúnmente conocido como la ley de Moisés. El segundo fue un pacto universal para la humanidad que surgió de Jesucristo y fue ratificado por la muerte del Señor (Mateo 26:28).

Jeremías se refirió a estos respectivos sistemas como “el pacto” que Jehová hizo con los padres cuando los sacó de la esclavitud en Egipto, y el “nuevo pacto” que más tarde tendría un alcance mundial (Jeremías 31:31-34).

El escritor del libro de Hebreos se refirió a estos pactos como el primero y el segundo (Hebreos 8:7), o el viejo y el nuevo (Hebreos 8:13).

En el texto en estudio (Juan 1:17), los dos pactos son designados respectivamente como “ley” y “gracia”. Y hay una explicación muy lógica para estos apelativos. Tiene que ver con los temas predominantes característicos de estos sistemas.

La función de la ley mosaica fue la siguiente:

  1. Demostrar que la violación de la ley divina separa al perpetrador de Dios (Isaías 59:1-2).
  2. Declarar que se necesita la ley escrita para definir el pecado (Romanos 7:7).
  3. Mostrar, por precedente registrado, que la justicia sagrada requiere que se pague una pena por quebrantar la ley (Romanos 3:26; 1 Corintios 10:5ss).

Por otro lado, el diseño dominante del Nuevo Pacto es enfatizar la misión redentora de Cristo como el único remedio para el problema del pecado humano (Mateo. 26:28; 1 Corintios 15:3). El maravilloso plan de salvación es el resultado de la gracia del Cielo (Efesios 2:8-9), no del mérito humano. Ningún término más rico que el de gracia podría emplearse como sinécdoque (aplicar a un todo el nombre de una de sus partes) para resumir el emocionante plan de redención de Dios.

Es completamente razonable, por lo tanto, que estos dos sistemas se presenten de manera contrastada, como la ley y la gracia.

Abusando del Texto

Es un misterio desconcertante cómo alguien, incluso con un conocimiento superficial de las Escrituras, no debería entender que había una medida abundante de gracia bajo la ley de Moisés.

Noé halló gracia a los ojos del Señor mucho antes de que naciera el sistema mosaico (Génesis 6:8), pero no era el tipo moderno de gracia barata que niega la obediencia (Génesis 6:22; ver Hebreos 11:7).

Numerosos pasajes del Antiguo Testamento enfatizan el derramamiento de la gracia de Jehová en la antigüedad sobre aquellos que respondían en obediencia a Su voluntad (ver Éxodo 33:13; Deuteronomio 7:12; Jeremías 31:3).

No sorprende que muchos hoy en día estén dispuestos a repudiar la idea de que el hombre es responsable ante la ley sagrada. ¡Los ilegales desprecian la ley!

La realidad es que esta sugerencia irresponsable, que la gente hoy en día está «bajo la gracia» en lugar de la ley, es tan insignificante que difícilmente sería digno de refutación si no fuera por el hecho de que es tan común.

La noción no tiene, absolutamente, sanción alguna en las Escrituras.

¿Sin ley hoy en día?

Si fuera el caso de que el hombre no está bajo la ley en esta era de tiempo, entonces se seguiría necesariamente que el pecado no existiría hoy, porque el pecado es transgresión de la ley (1 Juan 3:4). Como señaló Pablo una vez, “donde no hay ley, tampoco hay transgresión”, es decir, pecado (Romanos 4:15).

A modo de contraste, dado que obviamente los hombres (incluso los cristianos) pecan en esta era (1 Juan 1:8-2:2), la implicación contundente es que hay una ley divina a la cual los hombres ahora están sujetos.

La Ley de Dios para la Era Cristiana en las profecías

Los profetas del Antiguo Testamento, al anticipar la llegada de la era cristiana («gracia»), hablaron de un tiempo en el que la ley de Dios sería obligatoria.

Isaías, por ejemplo, habló de los días del nuevo pacto, cuando la “ley” de Jehová saldría de Sion (Isaías 2:2-4). El término “ley” se convierte en un término original que sugiere una “instrucción” considerada como “obligación” (Young 1965, 106).

De manera similar, cuando Jeremías habló del “nuevo pacto” (Jeremías 31:31ss), lo hizo el equivalente de la ley de Dios, que residiría en el corazón del hombre (Jeremías 31:33).

Un Rey Está en Su Trono

Cuando Jesucristo es representado repetidamente como un rey en el registro bíblico, claramente se establece el concepto de que ejerce una autoridad a la que se espera que los hombres obedezcan.

Si esto no es ley, no tienen sentido términos tales como rey, gobernar, reinar, someterse, obedecer, etc. (ver Mateo 2:2; 28:18; Lucas 19:14, 27; Efesios 1:20-23; Filipenses 2:9-10; Hebreos 5:9; Apocalipsis 1:5; 19:16).

Ley Respetada por los Apóstoles

Los escritores inspirados del Nuevo Testamento vieron la autoridad del régimen de Cristo como una de ley.

Nuestra libertad del efecto condenatorio del pecado es el resultado de nuestra sumisión a la “ley del Espíritu” (Romanos 8:2). La expresión “ley del Espíritu” es lo mismo que el evangelio, el sistema del nuevo pacto.

Es “del Espíritu” porque fue transmitida por la dirección del Espíritu. Se la designa como ley porque es una “expresión de voluntad divina” y una “regla de conducta” (Lard s. f, 247).

En otro lugar, Pablo reconoció que estaba “bajo la ley de Cristo” (1 Corintios 9:21). Además, a los Gálatas les da la siguiente amonestación:

“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo [énfasis añadido]”

Gálatas 6:2

Finalmente, si el inspirado Santiago no se está refiriendo a la legislación presente, cuando aludió a la “perfecta ley” (Santiago 1:25), ¿de qué estaba hablando?

Conclusión

Una consideración de los hechos anteriores debería capacitar al estudiante diligente de la Biblia a ver Juan 1:17 bajo una luz equilibrada.

Además, debería desterrar para siempre la noción absurda de que nuestro mundo moderno está exento de las restricciones de la ley sagrada.

Obras Citadas

Lard, Moses. s. f. Commentary on Romans. Cincinnati, OH: Standard.

Young, E. J. 1965. The Book of Isaiah. Vol. I. Grand Rapids, MI: Eerdmans.

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