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El Primer Sermón Registrado de Pablo

Por Wayne Jackson, traducido con permiso por Marlon Retana.
El artículo original, en inglés, se encuentra en este enlace.


El primer sermón registrado de Pablo ocurrió en Antioquía de Pisidia. Algunos se convirtieron, muchos no.

Cuando Pablo y Bernabé llegaron a Antioquía de Pisidia en Asia Menor (Hechos 13:14), entraron en la sinagoga judía en el día de reposo. Después de los procedimientos preliminares, los gobernantes invitaron a Pablo a hablar. Pablo aprovechó la oportunidad y comenzó un discurso que abarca Hechos 13:16-41 (probablemente abreviado).

La proclamación de Pablo recibió una respuesta mixta. Invocó seria consideración por parte de almas honestas, algunos judíos, junto con otros que se habían convertido a la fe hebrea.

Algunos se convirtieron, siendo sumergidos para el perdón de sus pecados (Hechos 2:38), pues Pablo y Bernabé “les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios” (v. 43), y ¡uno no puede perseverar en lo que ya no está! La salvación por la gracia de Dios culmina con el bautismo, es decir, el “lavamiento del agua” junto con la instrucción de la “palabra” de Dios (Efesios 2:8-9; 5:26).

La Reprensión del Apóstol

Pablo tuvo fuertes palabras de censura para los rebeldes que contradecían su mensaje inspirado (v. 45b). Lucas enfatizó la presentación de Pablo como “la palabra de Dios” (vv. 44, 46, 48, 49). Al rechazar a Pablo, estaban rechazando a Dios.

En el plan de redención de Dios, la nación judía tuvo el privilegio de que la “palabra de Dios” les fuera ofrecida “primero” (v. 46b). Pero en rebelión, muchos “desecharon” el mensaje sagrado.

Tenga en cuenta que estas almas malvadas eligieron rechazar el mensaje del evangelio. Al hacerlo, acarrearon juicio sobre sí mismos, haciéndose indignos “de la vida eterna”, si mantenían su carácter desafiante. ¡Este contexto enseña enfáticamente que rechazar el evangelio es mortal si se acoge permanentemente!

Pablo argumentó a partir de la profecía del Antiguo Testamento (Isaías 49:6) que la conversión de los gentiles era una parte importante del plan de redención de Jehová. Los hebreos habían sido seleccionados como la línea genealógica de la que nacería el Mesías, pero eso nunca implicó que los gentiles fueran excluidos de la misericordia redentora del cielo.

En contraste con los judíos hostiles (v. 50), los gentiles estaban encantados con esta noticia redentora (vv. 48-49). Ellos “glorificaron” el mensaje (una emoción sostenida). Ellos magnificaban, exaltaban y alababan a Dios por su voluntad de proveer una forma de alivio de su culpa por el pecado.

A su juicio, el plan divino de salvación era de “espléndida grandeza” (Danker et al, 258). Además, aceptaron el mensaje apostólico como la “palabra de Dios”, una realidad ajena incluso a muchos de los “teólogos” mal informados de hoy en día.

Lucas afirmó que “creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna”. Esta frase ha preocupado a muchos teólogos, particularmente a aquellos que han ingerido la filosofía equivocada de Juan Calvino. Preliminarmente a un examen de este asunto, tenga en cuenta lo siguiente.

La Controversia de la Predestinación

Juan Calvino (1509-64), quien fue influenciado por Agustín (354-430), popularizó el dogma protestante de la “predestinación”. Calvino escribió:

Él no los crea a todos con la misma condición, sino que ordena a unos para la vida eterna, y a otros para condenación perpetua. Por tanto, según el fin para el cual el hombre es creado, decimos que está predestinado a vida o a muerte. (III.xxi.5).

La Confesión de Westminster (muy influyente en las iglesias presbiterianas) alega que el número de los elegidos está “diseñado inmutablemente” y no puede ser “aumentado o disminuido” (III.iv). ¡Difícilmente se puede imaginar un dogma más contradictorio con la verdad bíblica!

Las doctrinas de la predestinación y la elección de Calvino contradicen la descripción bíblica del carácter de Dios. Si el Señor se complació en salvar solo a algunos, y pasar de largo, y ordenar a otros para deshonra e ira, como alega la Confesión de Westminster (III.vii), entonces Dios hace “acepción de personas”.

Esto contradice el claro testimonio del Nuevo Testamento (Hechos 10:34-35; Romanos 2:11; Efesios 6:9; Santiago 2:1, 9; 1 Pedro 1:17). Coloca a nuestro Creador en un nivel moral inferior al que Él exige de los hombres.

El calvinismo entra en conflicto con el testimonio bíblico de que la voluntad ideal de Dios es que todas las personas sean salvas. Pablo declara explícitamente que el Señor “quiere que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:4).

La forma verbal “querer” (thelei) es en tiempo presente, que revela la disposición permanente y constante del Cielo con respecto a los perdidos. No hay una escapatoria radical que afirme que Dios está “complacido” de que algunos sean desterrados eternamente al infierno (cf. Ezequiel 33:11; Juan 3:16; 2 Pedro 3:9b).

¡Qué horrible acusación es esta contra nuestro Dios misericordioso!

La teoría de Calvino de la salvación incondicional choca con decenas de textos que afirman que la redención humana está condicionada a la obediencia al plan de Dios (Juan 3:36). Cristo es el autor de la salvación eterna para los que “le obedecen” (Mateo 7:21; Hebreos 5:9; cf. 2 Tesalonicenses 1:8; 1 Pedro 4:17).

El calvinismo es anulado por el hecho de que el estado espiritual de uno puede ser alterado, contrario a la afirmación de que el decreto eterno de Dios es inmutable.

Si el destino eterno de todas las personas fue fijado inmutablemente antes de la fundación del mundo, no hay forma de que una persona pase del estado perdido al estado salvo o viceversa. Y, sin embargo, todo el tema de la Biblia es el de la salvación potencial de los perdidos. ¿Cómo es posible pasar por alto este punto?

Cristo vino a salvar a los que estaban perdidos (Lucas 19:10). El Gran Médico anunció que los enfermos podían ser sanados (Marcos 2:17). Los cristianos en Éfeso habían estado muertos espiritualmente, pero fueron vivificados en Cristo (Efesios 2:1, 5). Los contrastes de Pedro con respecto a “los elegidos” destruyen el calvinismo. Los elegidos habían pasado de las tinieblas a la luz, de no ser pueblo a ser “pueblo de Dios”; de carecer de misericordia a ser recipientes de misericordia (1 Pedro 2:9-10).

El Texto Controversial

La porción desconcertante de este contexto en Hechos es 13:48b: “creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna”.

Hay varios aspectos de esta frase que deben entenderse.

Primero, no se puede asignar ninguna interpretación a un texto oscuro que está en conflicto obvio con el claro testimonio de las Escrituras en otros lugares. En una sana exégesis bíblica, los pasajes oscuros deben armonizarse con textos perfectamente transparentes sobre el mismo tema (cf. Terry, 49).

El término “ordenado” merece una atención especial. La palabra tiene una variedad de significados en el Nuevo Testamento. Puede significar «organizar» o «poner en orden».

Lenski, un luterano, dice que en este caso, el término puede tener una forma pasiva, «fueron ordenados», o una construcción de voz media, «se determinaron a sí mismos» (552). El contexto indica que esto último está aquí a la vista.

Estos gentiles obedientes se contrastan con los judíos, que desechan de sí mismos el mensaje de salvación (v. 46b; cf. Juan 3:36).

El profesor Knowling observó que no hay justificación para el calvinismo aquí “ya que el versículo 46 ya había demostrado que los judíos habían actuado por su propia elección” (2.300; énfasis añadido).

El sentido entonces es este. Aquellos que creyeron fueron aquellos que habían determinado por sí mismos que habían sido ofrecidos y aceptarían el regalo de Dios de la vida eterna.

“Creyeron” no sugiere que simplemente asintieron. En cambio, argumenta que obedecieron la verdad (cf. “creyeron” como en 16:31–34). (Ver McGarvey sobre este tema [II.29–33] y Sewell en Lipscomb, et al [470]; cf. también Clarke).

Conclusión

El Nuevo Testamento enseña claramente que la salvación es un asunto de (a) estar convencido de que las personas responsables, debido al pecado personal, entran en una condición perdida; (b) estar dispuesto a arrepentirse de sus transgresiones; (c) someterse a la inmersión en agua para recibir perdón (Hechos 2:38; 22:16; 1 Pedro 3:21).

La idea de que la salvación o condenación de cada uno fue establecida antes de la fundación del mundo y que el destino eterno de cada persona ha sido divinamente impuesto independientemente de su obediencia raya en la irracionalidad teológica.

Referencias

Calvin, John. 1975. Institutes of the Christian Religion. Grand Rapids: Eerdmans. Two Vols.

Clarke, Adam. n.d. “Acts” Bible Commentaries. Nashville: Abingdon.

Danker, F. W. et al. 2000. Greek-English Lexicon of the New Testament. Chicago: University Press.

Knowling, R. J. 1956. The Expositor’s Greek Testament. Grand Rapids: Eerdmans. Vol. 2.

Lipscomb, David & Sewell, E. G. 1952. Questions Answered. Nashville: Gospel Advocate.

Lenski, R. C. H. 1934. Commentary on Acts. Minneapolis: Augsburg.

McGarvey, J. W. 1892. New Commentary on Acts of Apostles. Reprint, Gospel Light, Delight, AR.

Terry, Milton. 1890. Biblical Hermeneutics. New York: Hunt & Eaton.

Westminster Confession. http://www.reformed.org/documents/index.html

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