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La Responsabilidad Del Maestro De La Biblia

Por Wayne Jackson, traducido con permiso por Marlon Retana.
El artículo original, en inglés, se encuentra en este enlace.


La iglesia se enfrenta a una crisis en los primeros días de este nuevo milenio. Hay una escasez drástica de maestros de clases bíblicas calificados. Los líderes de la iglesia necesitan capacitar a nuevos maestros, y aquellos que ya están en esa capacidad deben tomar su trabajo con seriedad.

Hay un gran honor adjunto a la enseñanza de la Palabra de Dios. Este ejercicio es la confianza más sagrada que uno pueda imaginar. Desafortunadamente, hay quienes, en ocasiones, quieren el honor que acompaña a ese elevado rol, pero no están dispuestos a pagar el precio que acompaña a la responsabilidad. ¿Cuáles son algunos de los costos que acompañan a esta sobria responsabilidad?

Ser Un Ejemplo

El maestro debe ser un ejemplo, en la vida, en el fervor espiritual. Lucas escribió sobre lo que Jesús practicaba y enseñaba (ver Hechos 1:1; 1 Timoteo 4:12).

Nadie que sea descuidado en la asistencia a la iglesia, que no muestre prácticamente ningún interés por los perdidos, que se vista provocativamente, que sea adicto a sustancias nocivas, que se sepa que es mundano, etc., necesita estar en capacidad de enseñar. Hay muchas personas sinceras que luchan por superar tales problemas, y por ello merecen aplausos. Pero la gente debe darse cuenta de que hay que alcanzar un cierto nivel de madurez antes de que uno pueda asumir el venerado rol de un maestro público de las Escrituras.

Estar Preparado

El maestro debe estar dispuesto a dedicar un tiempo considerable al estudio diligente a fin de estar calificado como un instructor preciso de las Escrituras. La preparación improvisada y descuidada puede poner en peligro el alma de las personas honestas. Aquellos que se ocupan de asuntos mundanos toda la semana y luego aburren a sus alumnos con una presentación improvisada el domingo por la mañana, están contribuyendo al desinterés de nuestra juventud. ¿Es de extrañar que muchas congregaciones estén formadas principalmente por personas mayores en estos días?

Además, un buen maestro invertirá dinero en herramientas de estudio apropiadas para ayudar a calificarse a sí mismo en el conocimiento de la Biblia. Un estudio de historia, geografía, idioma, etc., es vital para el instructor bien calificado.

Actitud

Un buen maestro debe ser paciente y compasivo con sus alumnos. Alguien malhumorado, falto de entendimiento, impaciente, explosivo, etc., puede hacer más daño al intentar enseñar que si simplemente se hubiera abstenido. Un maestro piadoso amará a su prójimo y valorará el alma por encima de todo.

Fidelidad

Un maestro debe ser sólido en sus convicciones religiosas. Es importante lo que un hombre cree. No se debe permitir que los que suscriben ideas falsas sobre el plan de salvación, la iglesia, la adoración, la naturaleza de la Biblia y cuestiones morales (p. ej., divorcio/nuevas nupcias) propaguen su error. Los líderes de la iglesia que razonan: “Bueno, sé que él tiene algunas ideas poco ortodoxas en ciertas áreas, pero ha acordado no expresarlas”, simplemente se están engañando a sí mismos.

En vista de estos requisitos, se vuelve más fácil entender por qué el escritor inspirado Santiago amonesta: “no os hagáis maestros muchos de vosotros” (Santiago 3:1). No es que él desalentara la enseñanza; sino que debemos tomar esta responsabilidad muy en serio. El futuro de la iglesia depende de su programa de enseñanza. Tratemos de hacer un trabajo más responsable.

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