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Honrando A Mi Mentor, Ted J. Clarke

Durante mi breve tiempo en Memphis School of Preaching fui bendecido con la oportunidad de sentarme a los pies de maravillosos siervos de nuestro Señor. Uno de ellos se retiró recientemente de la Escuela, y este artículo se basa en lo que tuve la bendición de decir sobre nuestra relación durante su cena de jubilación. Su nombre, Ted. J. Clarke, también conocido como el hermano T. J.

Sé la admiración que tiene el hermano Clarke por las águilas. El águila arpía es la rapaz más grande y poderosa de América, más grande incluso que el águila real, y también es el ave nacional de Panamá. Tristemente no pudimos encontrar ninguna cerámica o pieza que pueda poner en sus estantes o escritorio, pero le compramos algo que es muy formal y se usa en eventos importantes en Panamá, una “camisilla” que es muy similar a las Guayaberas cubanas o mexicanas.

Las primeras impresiones son importantes, ¿cierto? Hay algunos momentos en los que conoces a alguien que se queda atascado en tu mente. Conocer al hermano T. J. Clarke fue memorable, y ayer estuvimos hablando con los Clarke al respecto. Una vez que llegamos a la Escuela y estábamos visitando el edificio de la Escuela, el hermano T. J. se nos acerca y se presenta, luego le digo: “Encantado de conocerlo, soy Marlon Retana”, y lo memorable de ese encuentro fue su respuesta… “Hmmm, eso suena como “retarded” (retrasado en inglés). Cuando compartí esto con la familia, nos reímos cuando dijeron: “y todavía lo amas después de que dijo eso”. Pero tenía razón, suena similar, al menos en las primeras 4 letras, y más cuando le agregas mi acento.

Cuando el hermano B.J., su hijo y director de la Escuela, estaba fuera de la ciudad debido a campañas evangelísticas u otros eventos, el hermano T.J. cubría sus clases. Siempre estaba listo para enseñar y sabíamos, después de la primera vez, que llevaríamos peso extra a casa en nuestras mochilas debido a todos los escritos impresos que nos daba durante esa lección. Hubo momentos en los que teníamos preguntas válidas para hacer con respecto al tema discutido, pero hubo un compañero de clase al que le gustaba hacer preguntas sobre temas que no estaban relacionados con la clase. En una ocasión, el hermano T.J. le respondió algo así como: “esa es una pregunta interesante, ¿por qué no haces un trabajo de investigación de 6 páginas esta noche y lo llevas a la próxima clase para hablar sobre eso?” Mi memoria puede fallarme, pero no puedo recordar a nadie en nuestra clase que haya hecho una pregunta fuera de tema después de eso, nunca.

La clase que más me gustó con el hermano T. J. fue la más difícil de todas, “Predicación Expositiva”. El texto que me fue asignado fue Romanos 12:17-21. Soy bueno parafraseando, pero no memorizando, y, cuando llegó el momento de dar mi lección, no pude hacerlo sin mis notas. Cuando terminé, me preguntó: “¿Usaste tus notas?” y yo estaba como… “hmmm, no quería, pero…” y luego me miró y dijo: “es una pregunta de sí o no”, y yo estaba tratando de justificarme, hasta que finalmente dije: “Sí, lo hice». Me sentí avergonzado, no solo por lo que hice, sino por decepcionarlo a él y a mis compañeros. Esa fue la prueba, así que me preparé para la calificada. Cuando llegó mi turno, no me acerqué al atril, sino que me paré frente a él, sin Biblia en la mano y sin notas, con la esperanza de poder recordarlo todo. Me tomó un breve momento de incómodo silencio comenzar, pero lo hice, y cuando terminé, miré las caras de todos y luego me di cuenta: ¡Lo hice, pude hacerlo, puedo hacer este tipo de predicaciones! que es la forma más común de predicar que hago, pero con notas.

Algunos podrían pensar que la forma en que el hermano T.J. enseña, al igual que otros instructores, puede ser dura o incluso grosera, pero todos ellos saben muy bien lo que es estar en el trabajo local, y que la luna de miel entre el predicador y la congregación no suele ser larga. La forma en que nos enseñan nos ayuda a estar preparados para lo que serán días, semanas, meses y años de arduo trabajo. Han estado allí antes y quieren que estemos preparados para todas esas batallas.

El hermano T. J. tiene un gran corazón. Cuando supo que yo era diabético, sabiendo que como estudiantes internacionales no teníamos ningún tipo de seguro, conociendo de primera mano lo que es lidiar con el dolor crónico, y sabiendo también de los cuidados que debe tener un diabético con sus pies, hizo su investigación y me llevó a un lugar donde me compró unos zapatos especialmente diseñados para mí, que me ayudaron mucho durante mucho tiempo. Esto era un secreto hasta hoy, pero quería compartirlo porque él es un hombre especial y estoy agradecido con Dios por la bendición de conocerlo y la relación que construimos durante todos estos años.

Hubo un tiempo en que mi esposa y yo nos desanimamos en la Escuela y pensábamos en dejarla y volver a casa, y sé que eso es algo que casi todos los estudiantes han vivido, especialmente los extranjeros. Un domingo, después de la invitación, pasamos al frente y pedimos oraciones. Las dos primeras personas que acudieron a nosotros ese día fueron Sherrie y Tish Clarke. Abrazaron a Jacky durante mucho tiempo. Nos hicieron saber que somos familia. Cuando nos dijeron que la hermana Sherrie había fallecido, no dudé en salir del salón de clases y correr a nuestro apartamento para avisarle a Jacky, porque ella necesitaba escuchar eso de mí primero. Cuando la familia me pidió que fuera uno de los portadores del féretro, fue uno de los mayores honores que he tenido en toda mi vida. De los cientos de estudiantes y amigos que tienen, me eligieron para hacer eso, y nunca lo olvidaré. ¡Muchísimas Gracias! Quiero cerrar con unas palabras para los estudiantes actuales y futuros. Hay hombres sabios en este mundo. Hay hombres humildes en este mundo también. Es difícil encontrar ambas características juntas en un solo hombre. Pero las encuentran en todos los instructores aquí, así como en los ancianos y hermanos de esta congregación. Aprendan todo lo que puedan de todos ellos, porque no son inmortales, y su tiempo en la Escuela puede parecer largo, pero es un abrir y cerrar de ojos. Gracias por su amable atención. Que Dios nos bendiga a todos.

“El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”

Isaías 40:29-31, RVR1960.

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