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¿Puede Una Persona Caer De La Gracia?

Por Todd Clippard, traducido con permiso por Marlon Retana.
El artículo original, en inglés, se encuentra en este enlace.


Muchos de nuestros amigos religiosos creen que una vez que un hombre es salvo, nunca puede pecar o caer de tal manera que pierda su salvación. Esto se conoce como la imposibilidad de la apostasía, o más comúnmente, “una vez salvo, siempre salvo”.

Un versículo que se cita a menudo en defensa de esta doctrina es Juan 10:28, donde Jesús dijo de sus ovejas: “y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”. Para entender la Biblia correctamente, se debe leer un versículo en su contexto, es decir, leyendo los versículos anteriores y/o posteriores al citado. En este caso, necesitamos leer el versículo 27, que dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”. Vemos dos condiciones dadas para recibir la vida eterna y nunca perecer: 1) oír la voz de Jesús; y 2) seguir a Jesús. ¡Juan 10:28 no es una promesa incondicional!

Volviendo al Antiguo Testamento, siempre encontramos condiciones impuestas a la recepción de las promesas de Dios (por ejemplo, Números 21:4-9; Deuteronomio 30:1-20). Esto es cierto incluso entre las naciones paganas (Isaías 19). Por lo tanto, no debemos permitir que los versículos sean sacados de su contexto para enseñar algo contrario a la voluntad de Dios.

La Biblia enseña claramente la realidad y posibilidad de la apostasía. Jesús dijo: “… el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 10:22). Por el contrario, tiene sentido decir: “el que no persevere hasta el fin, éste no será salvo”. El significado es obvio; Jesús está ordenando fidelidad para recibir la salvación. Tenga en cuenta que la orden se da a los doce apóstoles, incluido Judas Iscariote, quien más tarde traicionó a Jesús y posteriormente se suicidó. A menudo, cuando uno deja de vivir la vida cristiana, se dice de éste: “En primer lugar, nunca fue salvo”. ¿Aplicarán este “razonamiento” a Judas? Si es así, Jesús personalmente escogió y envió a un hombre que nunca fue salvo para predicar sobre el reino de los cielos (Mateo 10:7). También le dio poder a este mismo hombre perdido con la habilidad de “sanar enfermos, limpiar leprosos, resucitar muertos y echar fuera demonios” (Mateo 10:8). ¿Quién está dispuesto a creer esto? La única alternativa es afirmar que el pecado de Judas no hizo que se perdiera. Por lo tanto, preguntamos: “¿Puede un hombre traicionar a Jesús, cometer suicidio y aun así ser salvo?” ¿Quién va a defender esto?

Finalmente, Jesús dijo: “… a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese” (Juan 17:12). Los doce le fueron dados a Jesús y todos se quedaron excepto uno, y se le describe como el perdido. ¿Cómo se puede “perder” algo si, para empezar, nunca se poseyó?

Pablo escribió: “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído” (Gálatas 5:4). Esto fue escrito a la iglesia (1:1-2). ¿Cómo se puede malinterpretar esto? Si uno es salvo por gracia (Efesios 2:5, 8), y uno cae de esa gracia, ¿acaso no se entiende que uno ya no es salvo? Si no es así, ¿porque no? Muchos otros textos enseñan la posibilidad de la apostasía (por ejemplo, 2 Pedro 2:20-22; Hebreos 3:12; 10:38-39). Cuando uno lee esto, no puede llegar a ninguna otra conclusión. Esforcémonos por aceptar siempre lo que dice la Biblia a pesar de lo que podamos desear creer o haber sido enseñado por otros.

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