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La Importancia De Nuestra Adoración

Hace algun tiempo leí este extracto titulado “Diez Mandamientos Para Mejorar El Servicio De Adoración”, cuyo autor es anónimo, y que dice así,

¿Alguna vez has escuchado a alguien decir: “Simplemente no obtengo mucho del servicio de adoración”? A veces esto es más un comentario sobre esa persona que sobre el servicio de adoración. Aquí hay algunas sugerencias que pueden ayudarle a mejorar la calidad de su adoración cuando se reúna con los santos en el Día del Señor.

HAGA LA ADORACIÓN DEL DOMINGO UNA PRIORIDAD. Es el compromiso más importante de la semana. No es nada menos que un encuentro con Dios.

NO TRAIGA SOBRAS A DIOS. Dios siempre ha exigido las “primicias”. No puede ser satisfecho con las sobras. Duerma bien el sábado por la noche y venga a adorar con una mente alerta y renovada.

PREPARE SU MENTE. La disciplina comienza en la mente. Lo mismo ocurre con el discipulado. Entrene su mente para concentrarse en las cosas del Espíritu.

LLEGUE A TIEMPO. Llegar apurado y tarde hace que le resulte más difícil acomodarse en la meditación y molesta a otros adoradores. Levántese un poco más temprano si es necesario.

TRAIGA SU BIBLIA. Venir a adorar sin Su Biblia es como salir a manejar su auto sin sus llaves.

ABRA SU BOCA Y CANTE. Cantar no es una opción; es un mandamiento. Aquellos que violan este mandamiento son tan culpables como aquellos que dejan de congregarse en primer lugar.

SIÉNTESE CERCA DEL FRENTE. La experiencia ha demostrado que algunos miembros marginales de la iglesia prefieren cambiar de congregación a cambiar de asiento.

SEA AMIGABLE – ANTES Y DESPUÉS DEL SERVICIO. La adoración se mejora cuando se hace en familia. Los miembros de la familia deben conocerse y amarse.

ESCUCHE CUIDADOSAMENTE EL SERMÓN. Tomar notas puede ayudar. Siga el mensaje con su Biblia. Tome el mensaje en serio. Le ayudará. Alentará al orador. Le mostrará a los no-cristianos que usted es serio.

HAGA SU ADORACIÓN CENTRADA EN DIOS, NO EN EL HOMBRE. La adoración es principalmente una situación de dar. Aquellos que dicen: “No obtengo mucho de la adoración” están mal enfocados. Es al darnos a nosotros mismos que obtenemos. ¡No damos – no obtenemos!

Cuando nos reunimos cada domingo, no se trata de un encuentro en un club social, tampoco de salir a hacer un mandado o pagar alguna cuenta, se trata de que nos gozamos en reunirnos con nuestros hermanos en la fe y adorar a nuestro Padre celestial tal como Él lo merece y ordena, en espíritu y en verdad (Juan 4:24).

¿Ha preparado usted, en alguna ocasión, una fiesta de cumpleaños para uno de sus hijos o un ser querido? ¿Qué espera usted de sus invitados? ¿Acaso la fiesta empieza a cualquier hora? ¿Acaso no hubo preparación antes de la misma? ¿Cómo se sentiría el homenajeado si los invitados no llegan? ¿O si llegan, pero no tienen la actitud debida, están aburridos, no les interesa estar allí, o participar de lo que se lleva a cabo allí?

Mientras piensa en las respuestas a las preguntas anteriores, pongamos las mismas desde el punto de vista de nuestra adoración a Dios, recordando los “mandamientos” mencionados anteriormente. Dios no nos “invita” a adorarle, si no que nos lo comanda (Juan 4:23-24). Durante la adoración, participamos de la Cena del Señor, en que hacemos lo que Él nos ordenó, partir el pan y tomar del jugo de la vid en “memoria” de Él y lo que hizo por nosotros (Lucas 22:19, 1 Corintios 11:24-25). Al adorar le cantamos a Él, no a nosotros, con el corazón (Efesios 5:19, Colosenses 3:16), con entendimiento (1 Corintios 14:15), y alegres (Santiago 5:13). También, colaboramos con la obra del Señor a través de nuestra ofrenda, que es voluntaria, en base a lo que hemos prosperado, y no con tristeza, ni por necesidad, mas de corazón alegre (1 Corintios 16:1-2, 2 Corintios 9:6-7). Al orar, le hacemos saber a Dios no solo acerca de nuestras necesidades, sino también de nuestro agradecimiento por las bendiciones recibidas y por todos (Colosenses 4:2, 1 Tesalonicenses 5:17-18, 1 Timoteo 2:1). La oración es nuestra forma de comunicación con Dios, mas el estudio bíblico y la predicación es lo que nos permite escucharle a Él (2 Pedro 3:18; Romanos 1:16, 10:14, 16:25-26).

La adoración que Dios espera de nosotros debe ser en espíritu (la actitud debida), y en verdad (el conocimiento correcto que solo se encuentra en Su Palabra, Juan 17:17).

¿Le damos la importancia debida a la adoración que Dios espera de nosotros? Si no es así, que estamos esperando para hacer las correcciones necesarias, y si es así, esforcémonos en seguir dándole a Dios lo que Él merece.

Dios les bendiga ricamente hoy y siempre.

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